Los exámenes parciales son parte de la vida universitaria de todo estudiante de la UCAB. Hay quienes los consideran un reto que superar y otros los consideran un obstáculo para avanzar en su carrera. De cualquier forma, no hay nadie que permanezca indiferente ante esas reiterativas evaluaciones que suelen despertar más de un lamento cuando apenas inicia el semestre académico.
Es por eso que hemos investigado que opinan los estudiantes acerca de los exámenes parciales: ¿es que merecen ser repensados como instrumento de evaluación o simplemente se debe aprender a convivir con ellos? ¿Qué tienen de bueno?, ¿qué tienen de bonito?, y sobretodo, ¿qué tienen de feo?
Lo bueno
Andrea Morantes, estudiante de 6to semestre de Sociología, opina que los parciales son una buena herramienta para determinar si los métodos de estudio de los estudiantes son suficientemente eficaces como para generar buenos resultados.
“Cuando vas a presentar un parcial debes tener bien claro las fechas y el contenido que debes manejar para saber responder, entonces tienes que hacer mapas conceptuales que al final facilitan tu aprendizaje de la materia”
Otro aspecto que Morantes destaca de los parciales es que dado que exigen una cantidad de tiempo de estudio tan extensa, suelen dejar una idea bastante buena acerca de la materia en cuestión, aún cuando no agrade el tema que se está estudiando.
Asimismo, Henrique von Büren, estudiante de Ingeniería en Telecomunicaciones de 9no semestre, opina que los parciales son un tipo de evaluación aceptable solo si la materia que el profesor da en clase esta acorde con lo que luego exige de los estudiantes en el examen.
“En muchos casos sucede, no en todos, pero hay muchas materias que son famosas porque el profesor –por ejemplo- nunca hace ejercicios y el examen sea de ejercicios o que los ejercicios del examen tengan un nivel muchísimo más alto del que fue demostrado en clase. Esos usualmente son profesores mediocres”.
Lo malo
No obstante, del otro lado de la universidad, encontramos otra opinión al respecto. Andrea Pacheco, estudiante de 7mo semestre de Comunicación Social, opina todo lo contrario. “De pana que quiten eso de los parciales – expresa- porque yo creo que hay otras maneras mejores para evaluar y que, en verdad, te dejan más conocimiento”.
Según su perspectiva, los exámenes parciales generan demasiada presión lo que hace que se estudie apurado y para salir del paso, de modo que luego que se presenta la prueba se olvida todo lo que en un principio se esforzó por aprender. Además, Pacheco opina que los exámenes parciales presentan muy pocas oportunidades para la evaluación de lo aprendido, de lo que a veces son materias altamente complejas:
“No es posible que en una materia tan compleja como, por ejemplo, morfosintaxis se presenten solo tres exámenes en los cuáles debes estudiar demasiado; creo que no se hace justicia a todo los temas que se están tocando”, asegura.
Y sumada a esta excesiva cantidad de materia que usualmente los profesores evaluan en un solo parcial, también se halla el hecho de que la universidad le da más ponderación a este tipo de evaluaciones que a otras alternativas.
“Si la materia tiene cuatro parciales, puedes salir mal en un examen y aún pasarla tranquilo, pero si la materia tiene tres exámenes y raspas uno, tienes que salir bien en los otros ajuro sino no vas a pasar”, acota von Büren.
Y esta circunstancia, según von Büren, hace que todo el peso caiga sobre la calidad que poseen los profesores para transmitir sus conocimientos, ya que una mala clase implica pobres conocimientos, y pobres conocimientos implican malas calificaciones, lo que hace que, ulteriormente, la responsabilidad de aprendizaje caiga con demasiado peso sobre los profesores. Esto no le da oportunidad a los estudiantes a desarrollar sus conocimientos de un modo más participativo y variado.
“Para mí –en su carrera- la evaluación continua es algo inexistente porque mis materias son evaluadas 33,3% en cada examen y ya, de resto no existe más porcentaje de más nada. Yo no tengo –puntos por- participación, yo no tengo trabajos pequeños, nada de eso. A veces tenemos 10% que se dividen que si en dos talleres, pero esos puntos no tienen un peso significativo en la nota final”.
Lo feo
Genesis Aellos, estudiante de Psicología de 7mo semestre, considera que los parciales independientemente de ser buenos o malos como herramientas de evaluación, muchas veces tienden a ser experiencias desagradables debido a su planteamiento frente al estudiante. En el caso de la Escuela de Psicología se exige mucha lectura para cada prueba lo que implica una exigente organización.
“Es llevar la materia al día, porque si lo haces así, la puedes digerir por partes. Pero si por el contrario, dejas todo a última hora la materia se te acumula y se vuelve imposible, y sales mal o sales mal porque es prácticamente imposible estudiar tanto”.
De este modo, es natural que los estudiantes se sientan inconformes con este modelo de evaluación. En un momento de la vida cuando se tienen ganas de explorar tantas cosas, el estudio para los parciales consume un tiempo demasiado extenso, aparte del que ya está comprometido a lo largo de toda la semana viendo clases en la universidad.
Por otro lado, Morantes, reconoce que lo que más le desagrada de los parciales son el estrés que le generan:
“Yo vivo estresada cada vez que tengo un parcial, y a mi ya me parece normal, osea sí me molesta manejar ese nivel de estrés porque no quiero tener que sentirme así. Me pasa que independientemente que yo me sepa toda la materia que va para el parcial, me estreso y eso me molesta”.
Lo bonito del presente y del futuro
Sin embargo, así como de todo lo bueno se puede desprender algo malo y viceversa; de todo lo feo se desprende necesariamente algo bello. Y lo bello que se lee entre líneas es que los exámenes parciales son usualmente solo tres en total en todo el semestre, y, como nuestros compañeros nos han explicado, con una correcta organización y disciplina, pueden ser resueltos exitosamente sin problema alguno.
Ahora, las críticas al presente también desprenden una recomendación para el futuro. Los exámenes parciales son estresantes, pesados en puntuación y pocos en cantidad, no logran evaluar todo lo que se ve de un modo gradual, y, debido a su configuración, son evadibles mediante la trampa de copiarse de alguien más. Según Morantes, esto no es nada raro en su escuela.
“Tengo compañeros que lo hacen y es como que: <<Hermano estas estudiando una carrera porque en teoría quieres ser profesional pero entonces te copiaste durante toda tu carrera lo que te hace un mediocre. Te graduaste, básicamente, a punta de mediocridad>>. Y justamente tengo un pana en particular que lo hace en todos los exámenes. Yo no sé cómo lo hace. Yo no puedo, de verdad”.
Es así como la alternativa de la evaluación contínua –entre tantas otras herramientas de evaluación- gana validez y consideración rápidamente. Su configuración permite al estudiante aprender de modo gradual, experimentar menos estrés en cada evaluación además de obtener mayor cantidad de oportunidades para aprobar la materia. Por otro lado, también es mutable y puede ser adaptado a distintos tipos de actividades que posteriormente ponen al estudiante frente a distintas situaciones frente al objeto de conocimiento.
“Me gustan ese tipo de evaluaciones porque aunque se hacen en mayor cantidad, te ayudan a recuperarte si en alguna raspas porque valen menos puntos”, expresa Pacheco con respecto a este tipo de evaluaciones.
Finalmente, copiarse en este tipo de evaluación es complejo, ya que se tendría que hacer reiterativamente, muchas veces simulando ejercicios prácticos, y además, se obtendrían pocos puntos por cada vez que uno se atreve a realizar la fechoría. Ciertamente, esta opción merece ser analizada como un buen método alternativo para el aprendizaje para que todos los estudiantes de nuestra casa de estudios puedan ser evaluados de un modo más integral y creativo.