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Alessandro Varuzza: ante la adversidad, la mejor cara

Alessandro Varuzza es programador, fotógrafo y diseñador. Con apenas 18 años, y en Venezuela, ha logrado encontrar la manera de mantenerse económicamente, hacer beca trabajo, estudiar una carrera universitaria y formar parte clave del equipo de VidaUCAB  como diseñador y creativo.

La travesía

– Entonces Alessandro, viviste parte de tu vida por Europa, ¿eso significa que estás bien acomodado económicamente?

– (Se ríe) ¡Para nada! Yo nací en Caracas y mi mamá tenía un cargo importante en una buena empresa. Mi papá era vendedor y su papá le dejó una casita en un pueblo en Italia. Mis papás decidieron aventurarse y nos mudamos, pero sin saber muy bien qué pasaría. Eso no funcionó demasiado. Aunque de niño no lo entendía muy bien, mi mamá no conseguía buenos empleos y mi papá era un pintor. No es que pasamos hambre, pero no era una vida de lujos.

– Entonces te dijeron que ibas de vuelta a Venezuela, ¿cómo fue eso para ti?

– Mi mamá había vuelto. En ese tiempo era otra Venezuela y con un sueldo le alcanzaba para vivir ella. Yo estaba en España porque mi papá había decidido quedarse fuera. Cuando me di cuenta que ya iba a Venezuela comencé a buscar por internet, escuchaba todo lo que se decía de Venezuela pero no sabía que era así. Busque en YouTube, creo que no fue muy buena idea, me aparecían puras cosas feas, como las películas de azote de barrios. ¡Estaba c*gado!

– ¿Cómo fue llegar a Venezuela entonces?

 Mier… Me sorprendió mucho, uno no tiene idea de las oportunidades que tiene hasta que las pierde. Yo en España estaba estudiando pero no le paraba mucho a eso: no estudiaba, no me interesaba, fue una de las razones por las que me mandaron para acá. Cuando llegué aquí me di cuenta de lo que significan las cosas. Preocuparme por cosas que nunca me había preocupado como el jabón, el agua, ¡la comida! Venezuela te cambia todo lo que piensas sobre todas las cosas.


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El primer acercamiento a la programación

Alessandro estudió en el Colegio Los Arcos, en las tardes, en un programa llamado “Instituto Técnico de Adiestramiento para el Trabajo” (ITAT). Esto les da la oportunidad a adolescentes de familias con pocos recursos de desarrollar destrezas tecnológicas. Ahí tuvo su primer acercamiento con la programación, aunque dice que aprendió todo lo que sabe en un canal de YouTube: “Código Facilito” (WTF?).

Desde que llegó a Venezuela comienza a matar tigritos reparando computadoras, celulares, haciendo páginas web o cualquier otra cosa que le diera dinero para aportar a su casa. Mientras tanto, era reconocido por sus habilidades intelectuales y su talento para los idiomas. Tanto así que dio clases de inglés en Los Arcos. Además, en este colegio lo animaban a estudiar una carrera universitaria y seguir explotando su talento.

¿Y en la universidad?

– ¿Por qué te decidiste por la UCAB?

– Me influenciaron mucho en mi liceo. Me decían que aquí había becas y que podía intentarlo. Igual yo no confiaba mucho en eso. Es que en serio, estábamos pelando. Si me daban el 80% de la beca, igual no íbamos a poder pagar ese 20% que faltaba. Pero me insistieron tanto, que bueno, lo intenté. Cuando vine me encantó la universidad. Apenas crucé la pasarela: me pareció demasiado bello, todo estaba limpio, ordenado, era otra cosa. Nunca pensé que iba a quedar, pero aquí estoy.

– Eres beca en DIDES, donde queda la oficina de Vida UCAB y estudias Comunicación Social, ¿qué te ha parecido hasta ahora la experiencia?

– ¡Increíble! La universidad te permite una cosa que no sé si todo el mundo se da cuenta. Uno puede pasar todo el día en clases y a lo mejor aprendes mucho, pero cuando estás en la universidad se trata de la gente, lo que aprendes de la gente.

Desde aquí he podido estar con gente como Chris Roballo, presidente de CineClub, que me parece uno de los fotógrafos más pro que hay ahorita en la universidad. Poder aprender de él y de toda la gente que he tenido la oportunidad de cruzarme aquí en la oficina, en Vida UCAB, es lo mejor. Te das cuenta que estás aprendiendo de gente que llegará a hacer cosas grandes. Eso lo vale.

– Y de beca, ¿qué tal?

– Te voy a ser honesto: esta beca es buena porque me ayuda a desarrollar lo que sé. Me han mandado a hacer cosas aquí que no tenía ni idea de cómo hacer y he dicho que sí sin dudarlo. Al final sé que puedo aprenderlo y eso me hace mejorar. Eso es increíble.

He aprendido a hacer animaciones, diseños y otras cosas que a lo mejor si no me las pedían, no iba a aprender yo solo. Estoy claro de que soy privilegiado. Ser beca trabajo es un trabajo muy ingrato. Tengo muchos amigos becas que quieren suicidarse después de salir del trabajo… No porque sus trabajos sean difíciles o los traten mal, sino que no los toman en cuenta. Conozco demasiados fotógrafos e ilustradores que la están partiendo y en sus becas los tienen haciendo básicamente nada. A veces siento que a los becas no se les toma para nada en cuenta. Eso se llama aprovechar mal tus recursos.


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Pensando en el futuro

– A ver: sabes tres idiomas, programas, diseñas, animas, haces de todo… ¿En qué te estás concentrando ahora? ¿A dónde quieres llegar?

 Ahorita estoy trabajando en un proyecto fotográfico que se llama “Visiones”. A través de él busco reinterpretar la forma en que vemos la arquitectura de la ciudad. Resulta interesante cuando lo hago en la universidad. Hago este juego donde le pregunto a las personas si saben qué lugar sale en la foto y hay personas que se sorprenden con saber que las fotografías son de la UCAB. La manera en que se ven las cosas cambia demasiado la forma en que las interpretamos.

También hago sesiones fotográficas. El objetivo es conseguir una fotografía de la que la persona esté orgullosa, que así sea en los jardines de piso 3, te exprese algo que digas “v*erga esto me gusta”.

– Ya va, ¡pero tu no tienes cámara!

– (Se ríe) Ese es el reto: ser un fotógrafo sin cámara. La verdad es que tengo que agradecer a todos los vídeos de YouTube que explican cómo manejar una cámara profesional, a esos amigos y a Vida UCAB que me prestan los equipos para trabajar en lo que me gusta.

– ¿Y programar ?

 Ese es mi trabajo y lo disfruto mucho. Yo veo el mundo desde la programación. Eso me ha ayudado a organizarme, a entender, a sacar mejores notas. Tengo un sueño que es poder llevar la programación a niños sin recursos, no te imaginas la fuerza que te da eso. Saber que puedes lograr una página o un programa sin la necesidad de vivir en un lugar elegante. Solo necesitas una computadora (ni siquiera una muy buena) para ganar tus propio dinero y apoyar a tu familia. Hace la diferencia.

¿Un montón de cosas en la mente?

– Sí. Y ahora más que estaré solo en Caracas. Mi mamá va a intentar buscar un mejor porvenir para que yo pueda seguir estudiando y eso me da más ganas de aprovechar todas las oportunidades. Quiero que esté orgullosa.

Ese es Alessandro Varuzza, un chamo de primer semestre que ha vivido más que la mayoría de los que van en décimo, y que ante la adversidad solo sabe poner una buena cara.

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