Mis inducciones fueron en 2022, cuando aún estaba latente la pandemia. Fue la primera vez que verdaderamente estuve en el campus de la universidad. Quedé fascinado. El ambiente, el recibimiento, la gente, el video de bienvenida del profesor Briceño, las personas que nos facilitaron la experiencia, todo fue muy grato para mí. Recuerdo que fue a la vez muy bonito porque fue la vez en la que, a través de las personas que conocí, comprendí por fin que la universidad y el colegio no eran tan solo un peldaño en una escalera. Las inducciones en la UCAB me enseñaron que podía hacer lo que más me gustaba siendo yo mismo, y que ser yo mismo era lo mejor que podía hacer.


El camino a ser facilitador


Cuando llegué al campus por primera vez quedé fascinado con mi universidad, y las inducciones me enseñaron que estaba a punto de vivir la mejor etapa de mi vida. Tanto fue el impacto que en mí tuvo que al cabo de un año y medio yo participé como facilitador en las inducciones a los nuevos ucabistas. Recuerdo que, cuando nos formaron para ser facilitadores, nos enseñaron prácticamente todo lo que ocurría por detrás, la magia y el cariño que hacían de esta experiencia siempre algo único para cada ucabista. Aunque no conocía a todos los que iban entrando al aula magna, la energía y la alegría tan alta con la que recibimos a cada uno nunca varío, y siento que es algo que toda persona debería vivir previo a empezar la mejor etapa de su vida, porque qué mejor forma de empezar una nueva etapa que hacerlo con una gran sonrisa.


Mas allá del aula


Lo que más me llevo de mis inducciones es que me demostraron que la universidad no era solamente las clases y el perfil profesional que te daba, sino que también se trataba de vivir al máximo todas y cada una de las cosas que me ofrecía la universidad, desde las empanadas en cafetín, con las risas de mis amigos en solárium, por los chismes y los ratos de ocio en feria, por los ratos de estudio y enfoque en la biblioteca, por las subidas cansonas pero satisfactorias a canchas para luego jugar un partido de ping pong, fútbol o lo que viniese, y sobretodo por enseñarme que el valor más grande de la identidad ucabista es que somos nosotros mismos quienes moldeamos, a través de nuestros sueños, nuestra vida, y eso lo logré a través de mi universidad.

Matías Silveira

Consejero Universitario