La adolescencia es una de las etapas más complicadas en la vida de una persona. Durante este tiempo se toman decisiones que pueden terminar marcando el destino de alguien. Esa es la historia de Enio Escuariza, quien actualmente es estudiante de 4to año de Derecho.
Hasta hace poco, se desempeñaba como beca trabajo en el Departamento de Cooperación Económica Estudiantil (DCEE) y cada vez que un ucabista se acerca en las tardes a la oficina del DCEE, se encuentra con Enio, un estudiante que nació en Caracas el dos de octubre de 1992. Es hijo de Carlos José Escuariza y Elimar Rojas y estudió la primaria en Lo Riscos, también practicó atletismo hasta la adolescencia.
Además de estudiar y ser corredor de velocidad, Escuariza disfrutaba leer comics. “Mi niñez fue genial. Era otra Venezuela y fui el primer niño de toda mi familia, así que era el consentido de la casa. Eso formó en mí una persona un poco caprichosa”, contó.
Tras terminar la primera etapa de su formación académica, aparecieron los problemas para Enio.
Decisiones complicadas
El bachillerato vino acompañado por muchas complicaciones para Enio. Repitió octavo grado y su carácter, las personas con quienes se juntaba y la forma de pensar que tenía para ese entonces, lo llevaron a tomar una decisión atrevida: irse de casa de sus padres. Sobre lo que ocurrió en sus años de adolescente, Escuariza dijo:
“Mi Bachillerato fue malo. No era mala conducta, pero sí tenía malas juntas. Mi adolescencia fue un desastre total. Pelee con mis padres y me fui de mi casa. Hice todo lo que no se debe hacer”
Para cualquier muchacho, irse de su casa es un riesgo. Muy pocos tienen la osadía de hacerlo, pero Escuariza tenía sus razones. A los 15 años, la tensa situación en su hogar lo llevó a mudarse con sus abuelos, quienes lo acogieron y se esforzaron para ayudarlo a surgir. “Peleaba constantemente con mi mamá y desde ese entonces desaprobé el estilo de vida que llevan mis padres, así que me fui a vivir con mis abuelos, quienes además de consentirme, siempre han tenido mi admiración”, contó el estudiante de Derecho, quien hace poco se mudó para vivir con su novia.
Cuando la lucha se hace cotidiana
Con esfuerzo y el apoyo de sus abuelos, Escuariza fue superando los obstáculos hasta lograr graduarse de Bachiller. “Saliendo del liceo corrí a la universidad. Ya había perdido demasiado tiempo así que tenía que comenzar a estudiar”, comentó.
Una luz en el camino
Otra de las decisiones complicadas para un joven es elegir donde estudiar. Sin embargo, el siguiente paso luego de terminar el bachillerato estaba claro para Escuariza: ingresar en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). “Mi familia es fanática de la UCAB. Todos han estudiado ahí, así que desde pequeño me gustaba y solo allí quería estudiar”, afirmó.
Tras la difícil situación durante su adolescencia, Escuariza comenzó a enderezar el camino. Su ingreso en la universidad lo ayudó a crecer como persona y a madurar. Además, comenzó a rodearse de gente que fue marcando su vida de forma positiva.
“Yo creo que los puntos de inflexión en mi vida fueron mi entrada en la universidad y mi relación con mi novia. Allí decidí crecer y dejar de hacer niñerías”
Escuariza aún es joven, tiene 25 años de edad y toda una vida por delante. Tras un pasado lleno de enseñanzas, tiene muy claro lo que quiere hacer en un futuro. Las personas que lo han ayudado son su inspiración y trabajará duro para seguir creciendo como persona.
“Me motiva no decepcionarme a mí mismo ni a los que quiero. En un futuro cercano espero graduarme y no huir del país. Quiero montar un escritorio con mis amigos de promoción”, finalizó el estudiante que cursa el cuarto año de la carrera.