La UCAB atesora historias mágicas que no todos conocen. El día de hoy les traemos una de la que poco se habla, pero es muy especial. Vamos a ubicarlos en espacio y tiempo. ¡Oído al tambor!
Unos meses antes de la creación de VidaUCAB, se encontraban dos amigos, Rafa y Mari, conversando un viernes por la tarde en feria. Dicho esto, se sube el telón.
¡Presten atención!
– Esta semana estuvo fuerte. Muchos parciales, muchas entregas…mucho todo – dijo Mari.
– Sí sí. Necesito dormir una semana completa. Siento que tengo más ojeras que cara -, exclamó Rafa.
Feria estaba llena de gente, pero igual era un ambiente tranquilo. Todos estaban disfrutando de la tarde en la universidad, y aprovechaban para recargar baterías con sus amigos después de una exigente semana.
Rafa y Mari estaban discutiendo acerca de las evaluaciones que les quedaban por presentar, cuando de repente, una chama se acercó a su mesa y les preguntó si la silla extra de la mesa estaba ocupada.
Ambos la miraron un poco extrañados, pero accedieron a prestarle la silla.
– Hoy por ti, mañana por mi ¿no? – dijo Rafa.
Les agradeció con una sonrisa. Sacó un libro y dejó que Rafa y Mari continuaran con su agenda del resto del semestre.
Ya había pasado cierto tiempo. Rafa y Mari solo hablaban del semestre, lo difícil que estaba siendo y lo difícil que iba a seguir.
-Me impresionan. Es viernes por la tarde y mientras todos hablan de los planes del fin de semana, ustedes organizan el semestre- les comentó la chama que les había pedido prestada la silla.
Mari no tomó muy bien el comentario, por lo que contestó:
– Bueno y… ¿para qué más es la universidad?. Queremos salir lo mejor posible en las evaluaciones que quedan.
– Si obvio, pero nunca está de más parar un poco. Pasar por la universidad y no que ella pase sobre ti.
– Interesante. ¿Qué estudias? – preguntó Rafa.
– Educación – dijo con una orgullosa sonrisa- Ya me sé todos los chistes sobre que los docentes no cobran nada, por si quieren hacer alguno.
Rafa y Mari se rieron y le aclararon que no iban hacer chistes sobre el tema.
– Ojo, igual no tengo problema. Me gusta mi carrera. A fin de cuentas, es de las pocas que ayuda a formar a más profesionales. Pero volviendo al semestre, ¿de pana solo hablan de eso? ¿no están en alguna agrupación o algo así?
– Hemos escuchado sobre algunas, pero realmente no las conocemos, ni sabemos muy bien qué es lo que hacen… creo que hay una gente que se va de viaje ¿no?- preguntó Rafa.
– Esos son los del MUN Rafa- comentó Mari.
– Exacto. Esa gente es intensa, pero es pana. Yo estuve en MUN a mediados de la carrera. Uno aprende y conoce gente. Es chévere, pero no hay punto medio. O te gusta o no te gusta.
-¿Por qué preguntas si estamos en alguna agrupación?
– Ah por nada. Es que las agrupaciones son una buena forma de hacer vida universitaria. Dedicarse cuatro años a una sola cosa puede ser aburrido. La experiencia puede ser un poco más divertida-, dijo la chama.
Les contó sobre las agrupaciones deportivas; que la gente se pone fit de solo subir y bajar de canchas; que se hacen competencias y eventos de cada disciplina. También les habló sobre las agrupaciones académicas y todo lo que podían aprender de ellas. Lógicamente no dejó atrás a los MUN y debate, de las que todos se burlan un pelín, pero igual las quieren. Igualmente les comentó sobre las agrupaciones culturales y sociales, y lo mucho que pueden aportar a la sociedad uniéndose a ellas.
Rafa y Mari quedaron impresionados de todo lo que habían ignorado hasta ese momento sobre la universidad.
– Increíble que no supiera todo esto. Seguro mucha gente está igual que yo – dijo Rafa.
– Chill. Pero es eso, ir a la universidad es algo que va más allá de dedicarse a la carrera. Puede haber un perfecto equilibrio entre estudiar y… no se… pasar el tiempo en feria. Obviamente la carrera tiene prioridad y a veces ocupa todo el tiempo, pero una buena manera de drenar ese estrés es con agrupaciones.- agregó.
– Así parece. Me sorprende que todo esto se ignore. – dijo Mari.
– Capaz podría existir una agrupación dedicada a las agrupaciones. Para informar y que la gente se involucre más. No sé, aquí pensando.
La chama se encogió de hombros con despreocupación y se levantó de la mesa.
– Ya me tengo que ir. Muchas gracias por la silla. – dijo con buena vibra.
-¿Necesitas cola?- preguntó Mari.
-No vale tranquila, vivo por acá por Montalban.
Mientras se alejaba por las escaleras del mejor puesto de empanadas del mundo (A.K.A Yovaros), Rafa se dio cuenta de que no le había preguntado su nombre.
La historia fue hace tiempo y hay detalles que capaz se olvidan, pero Rafa asegura al 100%, que la chama contestó: “soy la UCAB.”
Mari y Rafa se miraron confundidos, pero no le dieron mayor importancia. Continuaron pasando ese viernes en Feria, hablando sobre el semestre, planes para el fin de semana, la curiosa y extrovertida chama que se les había acercado, agrupaciones a las que les gustaría pertenecer, y ¿por qué no?, una agrupación dedicada a la vida universitaria.
Add a Comment