Ariannaly Pea podría ser la integrante más cuchi de nuestro equipo. Está en CineClub desde que estaba en tercer semestre, donde funge como coordinadora general y secretaria general de Christian. También es coordinadora general de Artistas UCAB. Allí, Ari pertenece desde que esta agrupación se fundó, hace un año y medio aproximadamente. Todos le decimos Ari y actualmente tiene un proyecto personal para aprenderse la jerga de la juventud.
Desde que era muy pequeña, Ari era una niña hiperactiva y torpe, curiosa y exploradora, descuidada e intuitiva ante el mundo. Y, de una manera u otra, eso se ha mantenido a lo largo de su vida, excepto con algunas pequeñas cosas, como la fotografía.
“Te has dado cuenta de que cuando miras al cielo, tardas un momento en ajustarte a luz, o hay un momento en que te choca y después… Es esa sensación. Eso me pasa con la fotografía, me pasa con los libros”…
Higuerote o su primer encuentro con la fotografía
“La fotografía fue la primera cosa en la que me detuve”, asegura Ari. Tenía como 12 años, y estaba en la playa con su familia. Su hermana, sin querer, dejó su cámara semiprofesional en una de las mesas en las que estaban sentados. Ella vio esa cosa novedosa y la tuvo que agarrar. Tomó la cámara y empezó a tomar fotos. Salió muy oscura, aunque no tenía idea de por qué.
Entonces empezó a jugar con los botones de la cámara. Iba identificando para qué servía cada uno. Y es que esto la ha caracterizado siempre: apenas tiene algo y no sabe cómo funciona, probablemente lo va a descubrir. Mitad por intuición, mitad por terquedad, no iba a parar hasta descubrir cómo funcionaba esa cámara.
Las fotos iban cambiando. Salían claras, más oscuras, movidas o feas. En un momento salían todas verdes o todas azules, y ella solo pensaba ¿Qué es esto?
Después de unas 4 o 5 horas haciendo lo mismo, echada encima de una mesa en Higuerote, entendió qué era lo que tenía que hacer y para qué servía cada botón. Allí se propuso una misión inmediata: quería una foto de un pajarito volando. Así, se quedó acostada con la cámara en su ojo aplastándole la cara, esperando pacientemente a que pasara un pájaro. “De memoria, es la primera vez que yo me quedé calmada esperando algo”.
Tropezó así con una pasión por encontrar cosas nuevas. Con un refugio ante las angustias de la vida. Encontró el momento en el que los sensores de su ojo descubren la luz y se adaptan a ella. Ese click, como cuando lee un libro y se olvida del mundo difícil que la rodea.
Juan Jiménez: un largo etcétera de experiencias
Spotlight
Algo curioso es que Ari odiaba la idea de tener esta entrevista. Se puso muy nerviosa y ansiosa. Y es que nunca le ha gustado estar en el centro, estar en el foco de luz de una situación.
“Tú me pones a mi frente a una cámara y me voy a quebrar. Pero me das la cámara y es como si viera otro abanico de posibilidades. Posibilidades que puedo explotar más allá de estar parada al frente”, asegura sin titubear nuestra super community.
Vida Universitaria
“Tengo ocho semestres en la carrera y siento que me perdí de muchísimo… Desde lo más visiblemente irrelevante como salir y tomarse unas birras con unos panas”, explica Ari. Cosas que le hubiese gustado vivir, cosas que le hubiese gustado decirle a la Ari de primer semestre.
Cosas importantes. Como que no tuviera miedo, que se postulara a lo que quisiera, que la vida universitaria tiene muchas cosas para que ella las use y las explote. Están ahí a la mano, solo tienes que estirarte y agarrarlas. Que se lanzara y cometiera errores. Que aprendiera de ellos y creciera aún más. Poco a poco, intentando, fallando y creciendo, para cada día tener más experiencias y hacerlo cada vez mejor.
“Yo siento que necesito hacer algo en la universidad. Necesito sentir y saber que no desperdicié el tiempo. Que aproveché mi universidad. Que no vine y solo estudié y me fui”. Ari sabe que en esta situación país es difícil separar todas las esferas de nuestra vida, dejando que algunas envenenen a las demás.
Asimismo, siente que no hay nada más desagradable que saber que se ha perdido el tiempo por decisión propia, por capricho, por regodearse en el dolor propio y en la comodidad. “El país nos pondrá todas las trabas que nos quiera poner. Queda de ti ver cómo resuelves y cómo conviertes esto en algo más. Si no, ganaron ellos”, afirma.
Nathasha Contreras, más que una cara seria
Ahora sí, VidaUCAB
“Cuando trabajas con agrupaciones culturales, lo único que te mueve es la pasión por lo que estás haciendo”. Entró en VidaUCAB en marzo de este año por servicio comunitario, pero después de un tiempo, se quedaría con el equipo sin dudarlo.
Cuando llegó a VidaUCAB no sabía quiénes éramos. Así que decidió leer todos los post que se habían publicado. Le pareció tan divertida y genial la idea y la dinámica de la página, que le encantaba sentir que estaba ayudando.
Ari siente tanta responsabilidad por lo que hace que también leyó la mayor cantidad de historias de vida, para reconocer el lenguaje de cada reportero. No es casualidad que cada caption que se coloca en instagram sea dedicado a cada escritor, dándole un poco de cariño a cada uno.
Se lleva un gran sentido de pertenencia y una preocupación. Y es que a VidaUCAB le hace falta atraer gente, así como hacerle un seguimiento a las personas que entran para que puedan sentirse integradas. “Solo así los que ya tenemos un tiempo en el equipo y estamos a punto de graduarnos podemos ir capacitando a aquellas personas entregadas a la vida universitaria que quieran ser parte de nuestro equipo”, concluye.
Escrito por José Youssif.