23 DE ENERO

¿Cómo estoy después del 23 de Enero?

Después de las marchas del 2017, corté puentes emocionales con la política venezolana. Me quedaba en el país pero sin invertir en esa forma de solucionar las cosas. El 2018 fue un año de muchas noticias increíbles, pero me hice la idea de que vivía en el País de las Maravillas: en la corte de la Reina Roja. Luego de eso todo parecía lógico, no importa cuán sin sentido fuera el cambio o suceso que llegaba a mis oídos, todo me parecía lógico en este país.

¿Cómo se llama lo que siento?

He estado intentando etiquetar lo que he sentido en estos días, sobre todo este 23 de enero, pero no estoy seguro de qué pasa…

Las noticias de levantamientos, saqueos y enfrentamientos en zonas populares de Caracas van en aumento y suceden impredeciblemente, sin que nadie los convoque y sin necesitar de un liderazgo. Estas noches he visto como van sucediendo cosas que tardaron semanas en las protestas del 2017, por lo que quizás debería concluir ahí: “estoy sorprendido”, pero estoy seguro de que no es lo único que pasa dentro de mí.

El asombro no opaca la sensación de miedo que producen el mar de noticias que me llegan. Pero no es único ni escalofriante, es miedo a la incertidumbre de no poder predecir qué pasará en las siguientes horas. También temo a las posibles consecuencias de los enfrentamientos, las muertes que se van quedando anónimas con los días, los negocios saqueados que no pueden recuperarse del golpe y las injusticias que cometen los cuerpos policiales que se dan con el más profundo silencio de los medios.


Playlist de Leonardo Marius


Sobre la esperanza

Si hay un miedo que de verdad me preocupa es el que estoy teniendo al ver la esperanza brotar en mí sin que yo haga nada para alimentarla. Más arriba contaba cómo había cortado cualquier lazo emocional con la política y dentro de mi cabeza era un tema que, aunque estaba ahí, no solía prestarle atención.

Después de estos días no puedo negar que me he encontrado pensando en esta etapa con esperanza,  esperanza que intento dominar y volver lo más consciente y equilibrada posible. Tantas veces antes la entregué , por tan poco, fundamentada en cimientos fantasiosos y que seguía ciegamente por el bien mayor para que, al final, resultara en silencio súbito. En una sensación de pérdida y de desesperanza provocada por una quimera todopoderosa a la que no se le podía enfrentar.

Hoy después de haber marchado, veo esa pared que levanté para no sentir más decepción política y la veo con brotes de vida por cada rendija. Casi me cuesta admitir que siento esperanza dentro de mí. Lo más raro es que yo no la puse allí, no la regué, no hice nada por ella; pero, escribiendo esto, logro reconocerla con preguntas que surgen después de ver videos y noticias de lo que va pasando. ¿Será que esta vez sí?

Mi tarea ¿En dónde está mi certidumbre?

De lo que estoy claro es que después de marchar este 23 de enero, seguiré en este camino, no importa lo “aguantaita” que tenga la esperanza. Siento que muchos estábamos esperando un empujón para ponernos nuevamente al servicio (de forma política) del cambio que espera nuestro país.

Sin embargo, esto no cambia nada la confusión y la sorpresa que siento (sentimos) ante lo que está pasando. Me pongo de tarea pensar en qué tengo seguro en este tiempo. Las protestas de 2014 y 2017 tuvieron consecuencias emocionales devastadoras para mí (y seguro para muchos), porque una parte de mi fé en el cambio político se apagó, casi completamente.

Pero en ese mismo tiempo surgieron cosas que me han mantenido de pie en Venezuela: amistades que cerca o lejos me han acompañado y que se han convertido en la resistencia ante cada locura de la corte de la Reina Roja. Haber encontrado una forma de aportar al país, se volvió mi protesta diaria ante lo que pasaba, con la consciencia que requiere de un sacrificio más grande y a largo plazo.

De las protestas de años pasados aprendí que nada va a cambiar por una magia súbita que de repente arregle todo. Me gustó ver y escuchar en la marcha que este no era el definitivo del cambio, sino el comienzo de un trabajo a largo plazo; porque para mí, la situación que vivimos se soluciona solo pensándola a largo plazo, entendiendo el valor de cada día de constancia.


Julen Azpiritxaga, reinventando cómo ayudar al país


¿Qué vamos a hacer?

Al marchar, una de las muchas cosas que me sorprendió fue ver a los grupos que participaban en 2017 tan bien organizados como si no hubiese pasado un día desde la última protesta: los Cascos Azules estaban ahí preparados con sus equipos, atendiendo a quién lo necesitara; mientras que Las Piloneras y Dale Letra al Cambio estaban tan enérgicos como siempre, cantando consignas de paz.

Ver esta energía que había estado en reposo y que ahora despertaba como si no hubiese pasado el tiempo, me hizo pensar cuál sería mi papel en esta etapa, habiendo cometido todos los errores en el pasado: exceso de confianza, mala planificación, mala comunicación y falta de compañía, que me llevaron a separarme de todo.

Veo que hay que hacer muchas cosas en paralelo: seguir trabajando en lo que he invertido tanto en el país, pero sin abandonar mi nicho, mi forma particular de aportar. Otra cosa que debo entender es cuál es mi papel dentro de lo que pasa ahora y cómo puedo involucrarme para ayudar, quizás de formas nuevas que nunca me haya planteado, pero consciente de que no hay magia ni mesías en estas historias.

También debo actualizar mis medios, reentender los canales de información y comunicación, porque sin duda han cambiado. Estos días la confusión crece y la pregunta constante va a ser ¿Qué está pasando?  Será importante hacerla a cada rato con amigos y familia. No solo para conocer los hechos sino para entender qué pasa en nosotros .

¿Tenemos esperanza? ¿Cómo vamos a acompañarnos o a acompañar a los padres de nuestros amigos que están fuera del país? ¿Cómo vamos a enviar y recibir información de los que están afuera?, más confundidos que nosotros.

Por último, debo decir que me mantengo consciente de los errores, mucho más alerta que nunca. Hasta ahora, puedo decir que aunque muchas cosas me han gustado y me han energizado como para salir a marchar de nuevo, hay otras que me preocupan y a las que creo que hay que prestarle atención. Las estadísticas de fallecidos en los últimos días, por ejemplo.  ¿Por qué no hay nombres y causas? como pasaba antes… Hay que estar atentos para no cometer errores por omisión.

A la hora en que se publique esto, quizás han pasado cientos de cosas que cambiarán el panorama. Todo está cambiando ¿Cómo estás tú?

5 LUGARES

5 lugares que visitar antes de irte de Venezuela

Son muchísimas las personas que, desde que se acentuó la inseguridad en le país, dejaron de visualizar a Venezuela como destino turístico. Y aunque a esto se suma la situación país general y todo lo que implica viajar en estas condiciones, hay lugares que no puedes dejar de visitar antes de dar ese paso: irte del país.

Es por eso que desde VidaUCAB hemos preparado este super trabajo de investigación para, como siempre, hacerte la vida más fácil. Así que prepara tu agenda y anota, porque estos últimos meses no puedes pasarlos en casa:

Parque Nacional Waraira Repano

Sí, el Ávila. Es la montaña más alta del valle de Caracas y aunque puede ser casi obvio para los caraqueños, sabemos que mucha gente aún no se ha animado a subir.

Lo cierto es que no es casualidad que sea uno de los íconos que los venezolanos se llevan, por ejemplo, para colocar en la pared de su nuevo hogar. El Ávila puede alcanzar hasta 2.765 metros en su cumbre más alta, y tiene la mejor vista de la costa venezolana que enfrenta al mar Caribe.

Sus senderos y sitios para acampar presentan múltiples niveles de dificultad, lo que la hace ideal tanto para amateurs como para expertos de la escalada. Además, cuenta con idílicos espacios para compartir con tus seres queridos como Galipán, Ávila Mágica, etc.

Parque Nacional Canaima

Este espacio es inmenso y está lleno de colosales montañas que datan de millones de años atrás. Sí, este sería un lugar perfecto para desconectarse complemente de la urbe.

En su recorrido, descubrirán que no existen los límites del asombro y que la naturaleza ofrece los más espectaculares paraísos. Si la idea es disfrutar cómodamente, podrás encontrar múltiples opciones de confort para mezclar el placer con la dureza del paisaje guayanés.


Lo bueno, lo bonito y lo feo de estudiar en Venezuela


Parque Nacional archipiélago de Los Roques

Sembrado en medio del mar Caribe, este archipiélago ofrece los paisajes marinos más surrealistas que verás. Tintado de un profundo azul turquesa, en conjunto con verdes matorrales y una arena del color de las perlas, es el espacio perfecto para enamorarse.

Sus amigables aguas ofrecen un espacio ideal para practicar deportes de agua, y una potente brisa mantiene permanentemente alejados a los mosquitos y al calor intenso del sol.

Entre los lugares para pernoctar, se pueden encontrar propuestas sencillas como elegantes por igual y el pueblo siempre invita a la diversión cuando el sol descansa entre las olas.

Mérida, Mérida

Considerado el copo de nieve de Venezuela, es la ciudad más fría del país, llegando a soportar hasta los 10ºC. Además, está bordeada por dos espectaculares cordilleras de donde descienden los helados vientos. Este lugar permite salir del caribe sin nunca haberlo dejado.

Pero esto no es todo: posee un pintoresco pueblo colonial que invita al paseo y a la recreación del transeúnte, ya que cuenta con más de 25 plazas colmadas de árboles y estatuas. Uno de sus mayores atractivos es el recién construido teleférico de Mérida, el cual puede transportarte hasta la cumbre del Pico Espejo en pocos minutos. Una vez allí, podrás apreciar una vista desde los 4.765 metros de altura.

Delta Amacuro

Río adentro, a tres horas de viaje hacia el corazón de la selva que rodea el Orinoco, se encuentra un mundo donde las aguas dulces danzan con las criaturas apacibles y orgullosas del Delta… Definiendo así a este estado fronterizo del Mar Caribe y el océano Altlántico.

En él, encontrarás personas de culturas complejas que se balancean entre la civilización y la sabiduría tradicional de la naturaleza. Además, si te gusta probar cosas nuevas, tendrás la oportunidad de disfrutar exóticos platillos.

Pero si lo tuyo no es todo aventura y descubrimiento, también existen opciones para descansar confortablemente: guindando de un autóctono chinchorro, pero en medio de una habitación más lujosa. ¡Hay para todos los gustos!

Venezuela es un territorio lleno de maravillosos parajes para quienes se atreven a descubrirla. Estos son apenas algunos que pueden servirte como guía. Y tú… ¿Ya conoces algunos de la lista? ¿O crees que estamos dejando alguno por fuera?

sismo

¿Qué hacer si se registra un sismo y estás en la UCAB?

En julio se cumplieron 50 años del terremoto de Caracas de 1967, 20 años del terremoto de Cariaco y 18 años del deslave de Vargas. En el 2010 ocurrió el terremoto de Haití y también el de Chile. Luego, el de Nepal en 2015 y el sismo en Ecuador del pasado año que dejó más de 30.000 personas afectadas. Estos son sólo algunos de los sucesos más trágicos que han ocurrido en el mundo.

Desde hace algunas semanas también se han registrado una serie de eventos naturales que nos hacen estar alertas de las noticias. En las Islas del Caribe a penas comenzaban a recuperarse de los estragos causados por el huracán Irma, cuando de nuevo fueron golpeados por los vientos del huracán María. En el sur de Asia, hubo inundaciones que provocaron la muerte de casi mil personas. Por otro lado, México fue sacudido por un terremoto de 7.1.

En el caso de Venezuela, desde el mes de septiembre se han producido sismos, no mayores a 6 grados, que sacudieron algunos lugares como Caracas, Los Teques, Vargas y el interior del país. También hubo réplicas que dejaron con miedo a la población. A pesar de que no podemos evitar una eventualidad de esta magnitud, sí podemos lograr que no sea tan dañino.

El venezolano en sí, no tiene cultura sísmica. El portal de Funvisis  expresa que “los eventos sísmicos representan uno de los mayores riesgos potenciales en cuanto a pérdidas humanas y económicas. En la actualidad, aproximadamente un 80% de la población vive en zonas de alta amenazas. Variable que aumenta el nivel de riesgo“.

Todas estos movimientos nos llevan a preguntarnos: ¿Cómo puedo reaccionar en caso de otro sismo? ¿Qué debo hacer? ¿Qué pasa si ocurre un temblor y me encuentro en la universidad?


Rebeca Mora: “Lo que piensan que es una locura, puede ser la idea más brutal”


Algunas recomendaciones básicas generales

  • Identificar los lugares más seguros y alejarse de las áreas más peligrosas.
  • Tener las llaves cerca.
  • Alejarse de objetos pesados que puedan caer.
  • Protegerse con las manos.
  • No utilizar ascensores.
  • Alejarse de postes, cableados y esconderse debajo de mesas.
  • Tener linternas cerca.
  • Preparar un bolso con medicina, comida y agua.
  • Elaborar una lista con los números telefónicos importantes.
  • Durante el sismo mantener la calma, no correr ni gritar.
  • Mantenerse en grupo.

Todas estas recomendaciones pueden hacer menos “trágica” la situación.

Merny Barrios, coordinadora de las iniciativas de extensión social de la Dirección de Sustentabilidad Ambiental en la UCAB, recomienda no correr, ni gritar, porque eso causa pánico en lugar de atención. Igualmente, piensa que los lugares más seguros en la universidad son grama, canchas y el estacionamiento ubicado detrás de Servicios Generales.


“Recomiendo actuar como grupo y no como individuo que sólo piensa en sí mismo. Hay que tomar en consideración a las personas que te rodean y comparten tu espacio”


Por otro lado, el consultor ambiental y docente en la UCAB, Joaquín Benítez, comenta que los lugares más seguros son los espacios abiertos retirados de los edificios. Como los estacionamientos al lado del edificio de Laboratorios o al frente del Centro Cultural. Igualmente, recomienda en lo posible tratar de mantener la calma. “Alejarse de las superficies con vidrios. Si están dentro de un edificio aproximarse a paredes firmes. Una vez que termine el sismo, evacuar con orden y dirigirse a lugares abiertos”.


“Considero que al menos en Caracas no hay una cultura sísmica en la población que sirva para reconocer que vivimos en riesgo y que hay acciones y actitudes que nos pueden ayudar”


La estudiante Michelle Ametrano, de la escuela de Comunicación Social, afirma ponerse muy nerviosa. “Pienso que los lugares más seguros en la universidad son los espacios abiertos. Si ocurre un sismo y me encuentro en clases, lo que haría sería salir y reunirme lejos de los edificios con un grupo de amigos o el grupo de clases”.

De igual forma, Patricia Mejías, estudiante de Comunicación Social, expresó que si ocurre un sismo iría al estacionamiento de Cincuentenario. También al que queda fuera de módulo 2 y 3, ya que lo ve como un lugar seguro. Una vez allí, esperaría que pase el movimiento para poder continuar.