Nuestros lectores nos trajeron unos cuentos que nos van a hacer gritar a todos: ¡Trágame tierra!
Menganas, levante la mano la que en su infancia no se perdía la sección Trágame Tierra de cierta revista juvenil. Pues hoy le rendimos homenaje a esa revista y les traemos unas anécdotas bien vergonzosas versión zoomestre UCAB. En modo anónimo, por supuesto, esta vez decidimos protegerlos del chalequeo, chamitos.
Estudiante virtual que se respete, ha dejado el micrófono abierto sin querer. Así que vamos a empezar con las infinitas anécdotas que nos llegaron de este estilo.
- “Bueno resulta que un día a las 7am a mi mamá le dio por limpiar la casa escuchando salsa cabilla. Yo que estaba medio dormida, entré en mi clase y no me di cuenta por un buen rato que le estaba dando un concierto gratis a todo el salón. Hasta que el profesor me llamó la atención y me sacó de mi despiste de recién despertada.” – M
- “Mi micrófono decidió quedarse abierto en el peor momento posible. Me burlé de una profe que dijo algo que no era correcto. Ella era cuchi y dijo “ay si, me equivoqué jeje” menos mal que se lo tomó bien, pero qué pena.” – D
- “Un día estaba tranquilito en mi clase. Acababa de hacer un comentario sobre lo que estaba explicando el profesor y aún no había cerrado el micrófono. En eso mi mamá me abrió la puerta del cuarto y me pegó cuatro gritos por haber dejado los platos sin lavar. Esto pasó el semestre pasado y todavía me chalequean por eso.” – J
Quien les escribe el artículo de hoy también fue víctima de su micrófono. Por alguna razón, el audio de mi zoom se activó solo cuando entré a la clase. Estaba teniendo problemas horribles con el internet, y el estrés que llevaba encima me hizo gritar “¡Qué p*ooooooooooo! como una loca. La pena fue tan grande que me salí de la clase.
El siguiente trágame tierra nos lo cuenta una de nuestras bellas compañeras de VidaUCAB que, a pesar de que es aplicada y brillante, tuvo un momento fulano. Se lo perdonamos pero igual se lo vamos a contar a ustedes.
- “Estaba en medio de esas semanas intensas en las que la vida no te da para nada y pensé que me tocaba la clase del día siguiente. Me metí en el zoom a esperar y como nadie se metía ni me daban acceso, pregunté por el grupo que por qué nadie se conectaba. Luego me di cuenta de que mi cerebro estaba en el día equivocado” – L
Como nos encanta entretenerlos, les vamos a dar un bonus que nos contaron de un semestre presencial.
– “En mi primer día de clases, me metí en un salon de séptimo semestre porque no había entendido bien cómo leer los números de módulos. Terminé llegando como 40 minutos tarde a mi primera clase de la universidad, por nueva.” – A
Este último trágame tierra nos da risa y tristeza a la vez, y estamos seguros de que le ha pasado a más de uno, y no precisamente en primer semestre, ¿verdad fulano?
Esperamos que se hayan vacilado estos momentos vergonzosos, y que les sirvan de enseñanza para que no les pase a ustedes. Aunque es inevitable que en algún punto de la carrera les pase algo así. Va a ser cuando menos se lo esperen, chamitos. Lo importante está en saberse reír de si mismo y tomarse esos momentos con soda.