23 DE ENERO

¿Cómo estoy después del 23 de Enero?

Después de las marchas del 2017, corté puentes emocionales con la política venezolana. Me quedaba en el país pero sin invertir en esa forma de solucionar las cosas. El 2018 fue un año de muchas noticias increíbles, pero me hice la idea de que vivía en el País de las Maravillas: en la corte de la Reina Roja. Luego de eso todo parecía lógico, no importa cuán sin sentido fuera el cambio o suceso que llegaba a mis oídos, todo me parecía lógico en este país.

¿Cómo se llama lo que siento?

He estado intentando etiquetar lo que he sentido en estos días, sobre todo este 23 de enero, pero no estoy seguro de qué pasa…

Las noticias de levantamientos, saqueos y enfrentamientos en zonas populares de Caracas van en aumento y suceden impredeciblemente, sin que nadie los convoque y sin necesitar de un liderazgo. Estas noches he visto como van sucediendo cosas que tardaron semanas en las protestas del 2017, por lo que quizás debería concluir ahí: “estoy sorprendido”, pero estoy seguro de que no es lo único que pasa dentro de mí.

El asombro no opaca la sensación de miedo que producen el mar de noticias que me llegan. Pero no es único ni escalofriante, es miedo a la incertidumbre de no poder predecir qué pasará en las siguientes horas. También temo a las posibles consecuencias de los enfrentamientos, las muertes que se van quedando anónimas con los días, los negocios saqueados que no pueden recuperarse del golpe y las injusticias que cometen los cuerpos policiales que se dan con el más profundo silencio de los medios.


Playlist de Leonardo Marius


Sobre la esperanza

Si hay un miedo que de verdad me preocupa es el que estoy teniendo al ver la esperanza brotar en mí sin que yo haga nada para alimentarla. Más arriba contaba cómo había cortado cualquier lazo emocional con la política y dentro de mi cabeza era un tema que, aunque estaba ahí, no solía prestarle atención.

Después de estos días no puedo negar que me he encontrado pensando en esta etapa con esperanza,  esperanza que intento dominar y volver lo más consciente y equilibrada posible. Tantas veces antes la entregué , por tan poco, fundamentada en cimientos fantasiosos y que seguía ciegamente por el bien mayor para que, al final, resultara en silencio súbito. En una sensación de pérdida y de desesperanza provocada por una quimera todopoderosa a la que no se le podía enfrentar.

Hoy después de haber marchado, veo esa pared que levanté para no sentir más decepción política y la veo con brotes de vida por cada rendija. Casi me cuesta admitir que siento esperanza dentro de mí. Lo más raro es que yo no la puse allí, no la regué, no hice nada por ella; pero, escribiendo esto, logro reconocerla con preguntas que surgen después de ver videos y noticias de lo que va pasando. ¿Será que esta vez sí?

Mi tarea ¿En dónde está mi certidumbre?

De lo que estoy claro es que después de marchar este 23 de enero, seguiré en este camino, no importa lo “aguantaita” que tenga la esperanza. Siento que muchos estábamos esperando un empujón para ponernos nuevamente al servicio (de forma política) del cambio que espera nuestro país.

Sin embargo, esto no cambia nada la confusión y la sorpresa que siento (sentimos) ante lo que está pasando. Me pongo de tarea pensar en qué tengo seguro en este tiempo. Las protestas de 2014 y 2017 tuvieron consecuencias emocionales devastadoras para mí (y seguro para muchos), porque una parte de mi fé en el cambio político se apagó, casi completamente.

Pero en ese mismo tiempo surgieron cosas que me han mantenido de pie en Venezuela: amistades que cerca o lejos me han acompañado y que se han convertido en la resistencia ante cada locura de la corte de la Reina Roja. Haber encontrado una forma de aportar al país, se volvió mi protesta diaria ante lo que pasaba, con la consciencia que requiere de un sacrificio más grande y a largo plazo.

De las protestas de años pasados aprendí que nada va a cambiar por una magia súbita que de repente arregle todo. Me gustó ver y escuchar en la marcha que este no era el definitivo del cambio, sino el comienzo de un trabajo a largo plazo; porque para mí, la situación que vivimos se soluciona solo pensándola a largo plazo, entendiendo el valor de cada día de constancia.


Julen Azpiritxaga, reinventando cómo ayudar al país


¿Qué vamos a hacer?

Al marchar, una de las muchas cosas que me sorprendió fue ver a los grupos que participaban en 2017 tan bien organizados como si no hubiese pasado un día desde la última protesta: los Cascos Azules estaban ahí preparados con sus equipos, atendiendo a quién lo necesitara; mientras que Las Piloneras y Dale Letra al Cambio estaban tan enérgicos como siempre, cantando consignas de paz.

Ver esta energía que había estado en reposo y que ahora despertaba como si no hubiese pasado el tiempo, me hizo pensar cuál sería mi papel en esta etapa, habiendo cometido todos los errores en el pasado: exceso de confianza, mala planificación, mala comunicación y falta de compañía, que me llevaron a separarme de todo.

Veo que hay que hacer muchas cosas en paralelo: seguir trabajando en lo que he invertido tanto en el país, pero sin abandonar mi nicho, mi forma particular de aportar. Otra cosa que debo entender es cuál es mi papel dentro de lo que pasa ahora y cómo puedo involucrarme para ayudar, quizás de formas nuevas que nunca me haya planteado, pero consciente de que no hay magia ni mesías en estas historias.

También debo actualizar mis medios, reentender los canales de información y comunicación, porque sin duda han cambiado. Estos días la confusión crece y la pregunta constante va a ser ¿Qué está pasando?  Será importante hacerla a cada rato con amigos y familia. No solo para conocer los hechos sino para entender qué pasa en nosotros .

¿Tenemos esperanza? ¿Cómo vamos a acompañarnos o a acompañar a los padres de nuestros amigos que están fuera del país? ¿Cómo vamos a enviar y recibir información de los que están afuera?, más confundidos que nosotros.

Por último, debo decir que me mantengo consciente de los errores, mucho más alerta que nunca. Hasta ahora, puedo decir que aunque muchas cosas me han gustado y me han energizado como para salir a marchar de nuevo, hay otras que me preocupan y a las que creo que hay que prestarle atención. Las estadísticas de fallecidos en los últimos días, por ejemplo.  ¿Por qué no hay nombres y causas? como pasaba antes… Hay que estar atentos para no cometer errores por omisión.

A la hora en que se publique esto, quizás han pasado cientos de cosas que cambiarán el panorama. Todo está cambiando ¿Cómo estás tú?

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Julen Azpiritxaga, reinventando cómo ayudar al país

Julen recuerda esta época como un momento de radicales cambios en su vida:

A mi siempre me interesó la política, recuerdo sobre todo la época del movimiento estudiantil del 2007, yo no iba a marchas, en ese momento estaba en cuarto grado, pero  veía a mis papás saliendo a la calle y la unidad de la gente en un momento tan oscuro. No entendía qué pasaba pero esto hizo interesarme mucho por lo que se podía hacer a través de la política.

Antes de las protestas del 2017 yo tenía la idea de que se podían cambiar las cosas a través de buenas políticas públicas, que tuvieran un gran impacto en lo social, como las propuestas de km cero. Sin embargo unos meses antes de las protestas había la sensación de que se acercaba algo y me interesé por formar parte de la representación estudiantil. 

¿Cuál era tu papel en las marchas?

Al principio ninguno, trataba de ayudar en lo que podía, pero poco a poco fui asumiendo, con un amigo, funciones de él que era el Coordinador de Seguridad del movimiento. Hasta que un día entre todos me propusieron el cargo oficialmente.

¿Qué hacías como coordinador de seguridad?

Bueno estaba pendiente de que todo  el mundo llegará bien a su casa. Viendo en retrospectiva fue un trabajo que por toda la consciencia del equipo resultó en que no ocurrieran cosas demasiado graves con ningún UCABISTA.

Yo me paraba a eso de las 4 todos los días para bajar a Caracas, yo vivo en San Antonio, organizaba a la gente y planificaba rutas de acceso seguras para tener mayores probabilidades a que nadie saliera herido.


Playlist de Leonardo Marius


Cuando veo a Julen hablando de este momento de su vida su rostro cambia, se torna más serio y se nota que está trayendo a la entrevista muchos recuerdos con una gran carga para su vida. Me recuerda lo que viví en las protestas del 2014 y todo el fracaso y desesperanza que sentí cuando todo eso terminó en nada cuando paró la calle y no puedo evitar preguntarle:

Cuando paró la calle todo parecía que pasó en un momento ¿Qué te quedó de ese momento?

En medio de las protestas el padre Leo reunió a un grupo del movimiento y recuerdo que nos preguntó “¿Qué pasa si se acaban las protestas sin que pase más nada?” en ese momento ninguno aceptaba que eso podía pasar, que si se apagaba la calle se acababa todo por lo que habíamos luchado. Ahora, puedo ver que el mundo no se acaba hasta que se acaba.

La calle se apagó pero la esperanza no porque estar afuera, lejos de todo lo que yo quería me hizo comprender que yo aún tenía cosas por las que luchar pero que no iba a ser por el medio en el que le había puesto toda mi esperanza.

De las protestas me quedó mucho de otra gente, cómo debes estar cerca de la gente para poder ganarte su confianza, cómo solo con el contacto directo puede lograr que otros entiendan tu autoridad, no porque eres el jefe sino porque los conoces cuando tienen miedo o tristeza y cuando tú mismo eres capaz de demostrarla.De esta experiencia me quedaron excelentes amigos incondicionales, como Carlos. También aprendí mucho de lo que significa poner tu vida en manos de otra persona.


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Es fácil reducir a una persona a un momento de su vida.  Julen vivió el momento de las protestas con una intensidad que lo llevó a crear una experiencia nutritiva y que le dejó algo y de lo que tengo mucho que aprender.

Pero este estudiante de economía no se reduce a su paso por el movimiento estudiantil. Me sorprendió saber que antes de entrar en la universidad probó suerte en el País Vasco dónde estudió cocina y que luego volvió a Venezuela con una conciencia más grande de lo que significa la familia y de lo que significa estudiar una carrera universitaria

“Apenas entre en la UCAB me impresionó la estructura de la biblioteca y sus espacios, me emocionaba estudiar aquí”.

Ya habías estudiado afuera, imagino que tenías una idea más clara de lo que querías

Bueno, al principio quería estudiar comunicación por el contacto con la gente, pero necesitaba algo de números en mi vida para ponerme estructura. Terminé en economía y fue la mejor decisión. Bueno como todo, hay materias que no te gustan y eso.

Pensando en eso después de todo lo que pasó veo como mi carrera puede ayudar a cambiar lo que creo que puede mejorarse en el país. Solo que uno aprende que es un proceso lento.

¿Qué te ayudó a ver eso mejor?

Fue algo que comencé a ver cuando hice mi primera experiencia en PAZando.  Cuando uno va al interior deja muy poco allá pero se trae mucho a la universidad. Haces real el interior del país y sus problemáticas, entendemos mejor por qué no funcionan las cosas.

Al volver al país después de las protestas esto se me hizo más claro, mi compromiso con PAZando creció y también mi compromiso con las cosas que me di cuenta que eran más importante como mi familia, los espacios donde se construyen relaciones.

Y ahora ¿qué viene?

Uy…

Bueno ahora mismo estoy trabajando en una empresa de finanzas para tomar experiencia y en mis proyectos personales estoy mucho más involucrado con PAZando ya que la organización donde mi hermana tiene relación con este proyecto.

También junto a mi hermano estamos trabajando en la junta directiva del Centro Vasco para apostar a los lugares que hacen familia.

Hablar con Julen hace darme cuenta de cómo se hace verdadera experiencia de las cosas, dándote cuenta del valor de lo inesperado y me hace preguntarme cómo viví yo las experiencias de protesta y cómo llevo vivir en Venezuela ahora ¿A qué le estoy construyendo? Espero tener más conversaciones así para seguir haciéndolo consciente.

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Monstruos de la U: Trabajos en grupo

Esta semana nuestro tema de discusión fueron los trabajos en grupos: esas evaluaciones que te aterrorizan cuando no conoces a gente en tu salón o cuando los conoces tanto que sabes que serán un tormento.

¿De verdad son útiles los trabajos en grupo?

Un cuestionamiento que surgía entre nosotros era si estos trabajos eran verdaderamente útiles, porque muchas veces dejan mucho que desear en cuanto a lo que realmente se aprende de ellos.

El ideal de los trabajos en grupo es que a través de la cooperación entre futuros colegas aprendamos las competencias necesarias para poder desarrollarnos en ambientes de trabajo junto a otras personas. En teoría es ahí donde debemos aprender a distribuir tareas, dirigir equipos, solventar conflictos y un larguísimo etc. Pero muchas veces estos se sienten como una estrategia del profesor para no tener que corregir 60 asignaciones individuales.

El tema con los roles

De las dificultades que más se han presentado en las distintas experiencias de los participantes de Lunch es la dificultad que tenemos al momento de reconocer y asumir los distintos roles que se dan dentro del equipo.

Parece haber dos polos opuestos en las formas de participar en un equipo: el primer polo es lo que muchos llamaron “Ser Dominante”, aquella persona que dicta lo que se hace en el grupo, aunque muchas veces lo hace de una manera autoritaria. Este tipo de persona no suele confiar en que los otros hagan bien su trabajo así que termina sobrecargándose de este o decidiendo cada coma que se tiene que poner en el trabajo.

El otro polo de participación en los equipos está regido por el total desconcierto, aquí las personas no tienen ni idea de qué tienen que hacer o decir, esperan dócilmente a que un dominante les indique cuál es el siguiente paso y muy pocas veces toman acción por iniciativa propia.

Y la cultura parasitaria

Sin embargo podríamos agregar una tercera forma de participar en los trabajos en equipo: ser un absoluto parásito. No logramos definir a ciencia cierta porqué los parásitos existen o porqué tienen tanta tasa de éxito, ya que parecen estar en todos los niveles del sistema educativo. A ver, sabemos que obtener algo sin esfuerzo es el objetivo máximo de muchos, pero pareciera no ser la única razón por la que las personas no trabajan y aún así logran obtener las notas.

El tema de los roles

¿Cómo sabemos nuestro rol en un equipo que difícilmente vemos una vez por semana? Las relaciones dentro de los trabajos en equipos son básicamente instrumentales: yo hablo de este tema, tú de aquel otro, aquel de esto otro, unimos eso y listo. La fórmula está completa.

Esto es lo que está en el ideal de todos los que hemos hecho trabajo con personas desconocidas: que la cosa salga, así nunca hablemos. Pero ¿qué pasa cuando no sucede así?  El saber nuestro rol dentro de un equipo que no está logrando su objetivo básico (hacer el trabajo) nadie nos lo enseña. En estos casos se reduce todo a temperamento y personalidad: si eres pasivo, aceptas cualquier trabajo que te den y trato de cumplir con aquel que me lo asignó; y si soy dominante bueno… Demostrando lo cómodos que estamos con la tiranía.

Lo que deberíamos estar aprendiendo

Una competencia que deberíamos estar asimilando constantemente dentro de la universidad es saber tratar con otros. En muchos discursos de profesores pareciera que los trabajos grupales fueran la fórmula ideal para que esto suceda, aunque por lo que sabemos, más bien parece distanciarnos y causar un profundo resentimiento cuando nos vemos obligados a participar en grupos. De hecho, esto trasciende al mundo profesional ¿o no es verdad que los profesores de las distintas escuelas no parecen ponerse de acuerdo en nada?

No hay un acto de magia que te dé las herramientas necesarias para aprender a trabajar  cuando te entregan el título. Debemos pensar en dinámicas que fomenten el aprendizaje colaborativo en las aulas, donde todos aprendan sobre los distintos roles que pueden cumplir y cómo esto afecta a los otros.

Recomendaciones

Ldu Lunch te recomienda las siguientes dinámicas que pueden ayudarte a mejorar el trabajo en equipo y el aprendizaje colaborativo.

TODO LO QUE PIENSO

PARENTAL ADVISORY: todo lo que pienso sobre las inscripciones

Vida UCAB es un proyecto pensado por miembros de agrupaciones estudiantiles con el apoyo de la Dirección de Identidad y Desarrollo Estudiantil (DIDES). A pesar de que todos los que colaboramos en este portal somos estudiantes, se nos ha dado la oportunidad de crear contenido institucional hecho por gente que aún se está formando… Con todo el riesgo que este proceso formativo conlleva.

Esto pone en nosotros la responsabilidad de crear contenido que esté alineado con la institución que es la UCAB (lo que no evita que creemos memes como una metralleta). Por eso nos reunimos todas las semanas, para preguntarnos qué tipo de contenido vamos a crear para los estudiantes ucabistas.

En el pasado nos hemos contentado con crear unos memes que dibujan muy bien cómo nos sentimos los ucabistas ante el estrés que puede generar las inscripciones en la universidad. Pero lo cierto es que este tipo de contenido nunca terminó de satisfacer nuestras ganas de hablar del tema.

¿Cuál es el problema?

Cuando trabajas dentro de la universidad comienzas a entender muchos de los procesos internos. Esto te permite entender por qué existen cosas que antes te parecían innecesarias. Aun as,  en temporada de inicio de semestre, siempre es difícil tener simpatía con el proceso de inscripciones.

Mientras descargamos veneno sobre las colas y sobre la imposibilidad de encontrar la información centralizada sobre el proceso, el Director de DIDES  nos confrontaba y nos preguntaba si todos los presentes habíamos tenido estos problemas. Muchos (incluyéndome) admitimos que todo había sido super fácil este semestre.

Oh no… Escuela

Algunos en la mesa decían que el verdadero problema tenía que ver con las escuelas, cambios de horario o los problemas en secretaría.

Está claro que hay carreras que por tradición tienen problemas para organizarse al momento de la inscripción. Todos lo notamos cuando vemos las colas en ciertas escuelas en piso 3.

Sin embargo, en la misma mesa, personas comentaban que, en sus carreras, había personas que organizaban las inscripciones de tal manera que fueran lo menos traumáticas posibles. Gente que le importa el magis pues.


Aumento de matrícula: ¿y ahora qué %$*# hacemos?


El asunto de pagar

Pagar cosas en Venezuela siempre es un tema traumático. Demasiadas estrellas deben estar alineadas para que uno pueda pagar sin problemas. Yo mismo pagué en 15 minutos por caja virtual. Cuando vi la cola para pagar en secretaría no pude dejar de agradecerle a San Ignacio.

En este sentido, hay que tomar tres cosas en cuenta cuando se piensa en este punto:

Lo primero tiene que ver con nuestro sistema de pago. Para poder atravesar el túnel oscuro que pasamos a nivel económico, las autoridades de la UCAB han creado un plan para que podamos salir de él lo mejor posible dadas las circunstancias.

Entender esto no es sumar dos más dos. Requiere que se entienda una cantidad de elementos que muchos no queremos pensar. Como por ejemplo, entender el porqué del aumento de la matrícula que debemos pagar.

Lo segundo es la plataforma de pago en Venezuela, la cual sufre por la falta de recursos para poder actualizar sus sistemas. A esto se le suma el hecho de que, actualmente, gran parte de la población tiene que usar más de una tarjeta al momento de pagar. Como consecuencia, tenemos que recurrir a los puntos lentísimos que generan las grandes colas.

Lo tercero es lo más complejo y difícil de entender (al menos para mí): la información no fluye bien entre los ucabistas y la UCAB. Pensando en esta nota trataba de hipotetizar las razones por lo que esto ocurre, y lo primero que se me pasaba por la mente es que la información está realmente desordenada.

Los canales disponibles

Cuando revisas cuántas cuentas de Instagram, Facebook y Twitter hay dentro de La Católica, te pierdes rápido. Muchas de estas cuentas pertenecen a centros, consejeros, escuelas, direcciones, departamentos dentro de direcciónes, y durante la última semana la mayoría publicó información sobre las inscripciones.

El problema de esto es que si comienza a ponerse la lupa sobre la información, te das cuenta de que hay muchas cuentas que publican las cosas de manera parcial, o que publican tanto que las cosas se pierden rápido o se torna difícil saber qué es lo que necesitas realmente.

Otras de estas cuentas publican cosas ligeramente alteradas, no por mal seguramente, sino por error de un diseñador o un encargado de redes que no entendió bien el contenido.

Entonces, haz el ejercicio: si necesitas encontrar información sobre el proceso de  inscripciones UCAB ¿a dónde vas? Mientras más compleja sea la respuesta, más difícil es acceder a lo que necesitamos.

Mea Culpa

Queda claro que el tema no es un campo de flores: hay muchas variables que no podemos controlar y que afectan negativamente el inicio del semestre. Son tres semanas que  todos queremos que terminen.

En esta misma reunión de VidaUCAB, una de las cosas que se hacía evidente es que no existe una explicación fácil en este tema. Pero todos estábamos demasiado molestos por los rebotes en la escuela, las informaciones mal dadas y lo difícil que es entender todo el sistema.

Este rechazo natural hace que las inscripciones pasen a ser un personaje de terror, una historia -que como el hold-, esperemos que termine rápido. Además, se está creando una cultura de rechazo automático con todo lo que tenga relación. Es un tema que vamos ignorando porque nos consume… Por eso preferimos hacer memes antes de hablarlo o investigarlo, parece que finalmente no podremos cambiar nada así que ¿pa´ qué?


Sofía Jaimes, arte y composiciones del recuerdo


¿No se parece demasiado a lo que nos pasa en el resto del país?

Me molesta pensar que di todo por perdido en el espacio que, justamente, me hace sentir lo contrario todos los días.

No tengo muy claro qué hacer para no sentir esto, pero viendo a mi alrededor me encuentro con escuelas trabajando con estudiantes que, sin estar en cargos de consejeros, dan horas de su vida en tratar de organizar las cosas.

Veo a consejeros sudando después de atender la queja número mil, queriendo dar respuestas. También he tenido la oportunidad de ver a estudiantes organizándose para escribir informes sobre las cosas que pasan en este proceso y así trabajar junto a la universidad para mejorarlo.

No estoy seguro de que esta gente sea la mayoría, de hecho pienso que es todo lo contrario. Pero mientras estaba en esa reunión de VidaUCAB, planeando un meme épico sobre hacer cola, había gente que estaba en esas mismas colas tratando de resolver problemas. Si eso no es un choque con mi conformismo, no sé qué será.

A ver, no quiero decir que pienso que toda la culpa es de nosotros los estudiantes por no ver el panorama entero. Las inscripciones llevan años dejando mucho que desear. El sistema parece no soportar la complejidades individuales de cada estudiante, existen escuelas que se atrincheran y cierran sus puertas ante la horda de estudiantes frustrados y perdidos, y en ocasiones (me gustaría pensar que pocas) el servicio de atención al público no es lo mejor del mundo.

Después de escribir me queda la tarea de ejercitar mejor la manera que tengo de quejarme de las cosas y no solo dejarlo ahí. Aunque termino con una pregunta después de todo lo que hemos vivido: ¿Aún creemos en que las cosas pueden mejorar?

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Aumento de matrícula: ¿y ahora qué %$*# hacemos?

Este martes 4 de septiembre, en Consejo Universitario, se aprobó el aumento de la Unidad de Crédito (UC): un costo base de 230 BsS. Este artículo no se trata de una explicación de los precios de la matrícula, ya que las autoridades rectorales han divulgado una extensa explicación que podrás encontrar aquí.

Este artículo es, por el contrario, un intento de ordenar mi propia mente (y con suerte ayudarlos a ordenar la suya) en lo que es, sin duda alguna, el momento económico más difícil que la universidad ha vivido.

El bombazo

El mismo martes en que se aprobó el costo de la matrícula, el equipo rectoral convocó a una reunión con distintos representantes estudiantiles para explicar las nuevas medidas ante los anuncios del gobierno. Por supuesto que me coleé en esa.

No sé si era el único que estaba aterrado. Lo cierto es que a mí no me cabía en la cabeza cómo iba a hacer la universidad para pagar los nuevos sueldos… No solo a los profesores sino a todo el personal, que representa el 65% del presupuesto de la universidad.

La noche anterior ya había hecho el ejercicio: preguntarme qué hubiese hecho yo si me tocase tomar las decisiones para seguir con la universidad abierta. Terminé agobiado pensando en que ya no habría becas. En que direcciones de investigación o de extensión social se cerrarían en función de mantener “las prioridades”. Estaba equivocado, claro.

Los sacrificios

Quedarse en el país exige sacrificio, no importa la razón por la que lo hagas. Algunos son soportables y casi parece fácil adaptarnos a ellos. Otros, sin embargo, te desgarran. Te hacen cuestionar si este es el lugar dónde debes estar, si vale la pena perder tanto.

Lo primero, y quizá más sencillo, que aparece cuando nos enfrentamos a esto es comenzar a plantearse la ralentización del proceso educativo. Es decir, meter pocas materias y  graduarse en más tiempo de lo esperado. Esto le acelera el corazón a cualquier joven en Venezuela, y no por las mejores razones.


La Universidad para el encuentro de Rafael Escobar


Plantearse el sacar una carrera en más tiempo de los 4 o 5 años correspondientes es algo que todo deberíamos hacer. Sobre todo viendo que el promedio para graduarse de muchas de nuestras escuelas supera estas expectativas. Sin embargo, esto es muy diferente. Este ir más lento se escapa totalmente de nuestras manos, depende de variables que ningún venezolano entiende por completo.

Frenar, en este caso, da vértigo… Porque te cuestiona, te hace preguntarte si en algún punto podrás recuperar el tiempo o si poco a poco tendrás que ir yendo cada vez más lento.

Los más grandes

A pesar del costo de la matrícula, a lo que le he dado más vueltas desde que salí de esa reunión informativa, es a algo que ni siquiera tiene que ver con los estudiantes.

La medida del gobierno de incrementar el sueldo a 1.800 BsS. ha dejado a la universidad con unos costos de nómina que son casi inmanejables. Es por esto que para poder pagar los sueldos, una de las decisiones que han sido tomadas, es “achatar” el pago de los trabajadores durante los siguientes dos meses.

Esto quiere decir que, mientras la universidad recupera estabilidad económica (lo que se estima pase en noviembre de este año), todos los empleados de la UCAB van a percibir sueldos similares, independientemente de los cargos en que se encuentren. Una ovación de pie para ellos.

Ay, las becas

Desde hace dos semestres he tenido la suerte de tener una beca que cubre el 100% de mi matrícula. Así que los anuncios referentes a este tema eran de los que más me preocupaban. Fue una gran sorpresa encontrarme con que las políticas de la universidad para la entrega de becas se mantienen igual, al menos durante este semestre.

Actualmente hay un 40% de estudiantes dentro de la UCAB que reciben algún tipo de ayuda económica. Una  decisión que parece poco sabia en una institución que tiene problemas de esta índole. Pero en la reunión del martes me quedo más claro que nunca la visión de la universidad con respecto a estos temas: la persona siempre es el centro.

Ayudar a jóvenes venezolanos a formarse, en un país donde estudiar se ha vuelto un lujo y un acto de rebeldía, parece ser ahora, más que nunca, la meta de La Católica.

Sin embargo, ha sido realizado un cambio que debe explicarse y que deja en evidencia el avance de la crisis en nuestra universidad. A partir de este semestre, a los estudiantes que se pagan los estudios con beca trabajo, solo se les podrá cubrir un total de 30 unidades de crédito durante un semestre.

¿Qué pensar de todo esto?

Resumir estas medidas no es nada fácil, y es probable que requiera de muchos más artículos mientras nosotros mismos vamos entendiendo los cambios. Aún más difícil resulta tratar de analizar las implicaciones que tendrán, para toda la comunidad ucabista, las medidas económicas. 

Lo obvio es que para algunos, la universidad se volverá, más que nunca, un lujo en medio de lo que pasamos. Es probable que este semestre veamos a muchos de nuestros compañeros incapaces de afrontar el pago de la matrícula, o teniendo que decidir entre estudiar o trabajar para poder aportar en casa.

Es probable que muchos de nosotros comencemos a cuestionarnos si vale la pena el sacrificio, cuando la presión crece y todo parece apuntar a que buscar un futuro afuera es lo más lógico. Entonces ¿cómo comenzar este semestre con esta cantidad de cosas en nuestra mente?


4 ejercicios para ayudarte a manejar la ansiedad


Es obvio que lo que pasa fuera de nuestra universidad afecta cada vez más la dinámica a la que hemos estado acostumbrados. Lo que antes parecía asegurado, como poder meter todas las materias que se quisieran, ahora son decisiones que deben ser pensadas estratégicamente. Lo que requiere mayor madurez y consciencia de las metas personales.

Seguimos siendo privilegiados

Hoy, en todo el mundo, ser estudiante universitario significa formar parte de uno de los grupos más privilegiados del planeta. Si la población mundial fuera de 100 personas, solo 7 de ellas asistirían a una universidad. Pensar en esta realidad en un país que tiene peor economía que algunos países en guerra me hace cuestionarme, cada vez más, mi responsabilidad como estudiante.

Desde VidaUCAB no queremos hacer de esto un discurso moral sobre los privilegios que tenemos de poder seguir estudiando. De hecho, seguramente no podemos ni imaginar los dramas que están pasando las familias de los ucabistas ante esta situación. Pero queda en evidencia que estamos ante una situación que sigue siendo mucho mejor que la de muchos otros venezolanos.

El reto más grande de este semestre es anímico. No solo para los estudiantes, sino para toda la comunidad ucabista. En medio de esto debemos ser conscientes de los sacrificios que cada uno está haciendo para mantener la universidad funcionando y aprovechar esta oportunidad. No solo para formarnos en las aulas sino para utilizar cada espacio que vuelve esta universidad una burbuja.

¿Qué hace que la UCAB sea un oasis para ti? ¿A qué no estás dispuesto a renunciar en esta burbuja? ¿Qué has dejado de aprovechar en la universidad? ¿Cómo voy a ayudar a mejorar la situación?

Este es el momento para que nos hagamos estas preguntas… Porque si esta semana estás inscribiendo tu semestre y no las has considerado, no va a pasar mucho tiempo para que estés en feria, grama o solarium preguntándote qué coñ* haces aquí.

El reto es que este sea el acto más grande contra cada medida insólita y sin sentido y que, después de que salgamos de esto, seamos lo que el país realmente necesita.

BUENO BONITO Y FEO DE CANCHAS

Lo bueno, lo bonito y lo feo de las canchas

Todos han ido a la feria, todos conocen la biblioteca y todos han caminado por piso 3. Estos son lugares icónicos de la Universidad Católica Andrés Bello. Pero además de estas áreas comunes, hay otros sitios que no están tan cerca y no son muy cotidianos.

De hecho, en nuestro campus hay espacios que muy poca gente visita. Como el piso 6 del Edificio Cincuentenario o playa. Otros de estos lugares escondidos son las canchas. Si has visto las rejas en la montaña desde los estacionamientos, sabes dónde están. Para llegar hay que subir por una inclinada cuesta.

Arriba se encuentran la Dirección de Deportes y el gimnasio, además de las canchas donde entrenan y juegan nuestras selecciones… Hoy te mostramos lo mejor y lo peor de este espacio de recreación.

Lo bueno

Además de los partidos de fútbol, futsal, voleibol o basket, en las instalaciones de la Dirección de Deportes siempre se realizan actividades para que los ucabistas entrenen y mantengan el buen estado físico.

Bailoterapia, defensa personal, fit combat y stretching son algunas de las clases que se dictan en las canchas. Todas son gratuitas y pueden asistir todos los miembros de la comunidad ucabista. Es muy común ver a profesores entrenar junto a los estudiantes.


“Las dinámicas que siempre organiza la Dirección de Deporte son muy interesantes. Son maneras distintas de hacer deporte y siempre sube mucha gente a entrenar” – Richard Ollarves, estudiante de Derecho.


Otro de los elementos positivos son los baños. Estos tienen una gran ventaja que puede pasar desapercibida, pero es muy valorada por quienes suben: siempre hay agua. Esto les permite a los estudiantes entrenar duro, sin preocuparse de llegar sudados a clases.

“Después de practicar siempre es agradable bañarse y cambiarse la ropa sudada, por eso es tan importante que en los baños siempre hay agua y siempre están limpios”, agregó Ollarves, quien también pertenece a la selección de fútbol.


Lo bueno, lo bonito y lo feo de Vida UCAB


Lo bonito

Las cachas de la UCAB son como cualquier recinto deportivo del mundo. En sus instalaciones se llevan a cabo los partidos de las distintas selecciones de la Universidad, además de las Copa UCAB y Torneos Internos. Lo cierto es que bastantes estudiantes suben a ver estos encuentros.

Justamente ese ambiente, siempre alegre, es lo bonito de canchas. Sin importar los resultados de los juegos o las carreras de quienes están en el público, en las gradas suelen verse sonrisas y se sienten vibras positivas.

“Lo bonito es la gente. Yo soy medio escandalosa y viendo los partidos, la gente no me ve feo como lo harían en Feria, sino que se unen a mi desorden. Eso crea amistades, porque ahora son personas con las que me suelo sentar en cualquier lado de la Universidad”, comentó María José Medina, estudiante de Psicología.

Lo feo

Ya vimos que en canchas hay cosas positivas y que se puede ir a pasar un buen rato, pero no es tan fácil llegar. Una inclinada y larga subida separa a las canchas del resto de la Universidad y esto hace que no todos los ucabistas las conozcan y que a otros les dé demasiada flojera ir hasta allá.

Quizás para los deportistas no es tan difícil, pero para los demás sí. Lo feo de canchas es su ubicacióon. “La ubicación. Específicamente la subida. Necesitas bastante fuerza de voluntad y motivación para subirla, matarte entrenando arriba y bajar sin querer comprarte dos litros de refresco”, dijo Laura Vallejo, estudiante de séptimo semestre de Comunicación Social.

Entonces, ¿estás preparado para subir la montaña y conocer las canchas? Si ya lo has hecho, comparte con nosotros lo que te parece mejor y peor de este espacio dentro de nuestro campus.

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Juan Jiménez: un largo etcétera de experiencias

Juan no es alguien de quien puedas sacar conclusiones de buenas a primeras. Tiene la capacidad de sorprenderte siempre con un comentario, una habilidad o una camisa de un gatito surfeando en una pizza. Es probable que esa mezcla tan heterogénea que siempre ofrece a los demás sea el resultado de una vida llena de oportunidades de reconstruirse.

Desde muy pequeño Juan tuvo que aprender a adaptarse a nuevos entornos. Sí, desde primer grado, cuando viajó con su familia a España a probar suerte y terminó cursando una pequeña parte de su primaria. Las cosas no salieron como esperaban, regresaron al país, esta vez a Puerto Ordaz. Allí pasó por tres colegios y una lluvia de actividades entre las que estaban fútbol, karate, coro, los boy scouts y un larguísimo etcétera.

¿Cómo fue moverte tanto?

Fue tedioso -se ríe- Nah… La verdad fue divertido. Conoces gente nueva, lugares nuevos y todo eso. Pero sí pega. Sobre todo de niño. Te cuesta mantener amigos, siempre te ves obligado a comenzar de cero todo el tiempo. Eso era fácil hasta que llegué a bachillerato y bueno, tú sabes, “la adolescencia”.

Hasta llegar a primer año era muy gafo, muy inocente. De repente entras a un sitio donde la gente se conoce desde kinder… Es difícil. Además, llegué e hice un chiste demasiado gafo el primer día, nunca me borré ese chalequeo. Pero bueno, menos mal uno madura. Me dejé de tomar esas cosas tan en serio. No estaba acostumbrado a interactuar mucho con la gente pero poco a poco fui aprendiendo. Creo que lo logré más cuando entre a la universidad.


Nathasha Contreras, más que una cara seria


El viaje a Caracas

Su experiencia universitaria en la UCAB empezó en Guayana, y fue una etapa que seguro todos hemos queridos vivir: se encontró viviendo solo, con carro, un montón de amigos y la libertad de hacer lo que quería. Aún así Juan decide pedir su traslado a Caracas y, aunque no lo consiguió a la primera, terminó siendo aceptado.

– ¿Por qué decides nuevamente cambiar de entorno si la estabas pasando tan bien en Guayana?

– Cuando me decidí por estudiar comunicación fue porque me llamó la atención la parte de la publicidad y las comunicaciones corporativas. En UCAB Guayana la carrera tiene un fuerte sentido periodístico, y aunque no me disgusta, prefería estar en Caracas. Aquí pasan más cosas. Además de que allá tienes los típicos problemas del interior: el transporte no existe, si quieres salir con tus panas debes cuadrar colas y si no lo logras te quedas. Tampoco es que pasen muchas cosas allá. Preferí pedir traslado.

– Llegas a Caracas, la ciudad más peligrosa del mundo ¿Qué te pareció nuestro caos?

– Bueno, hubo mucho que afectó mi primer semestre aquí. Al principio lo que más me pegó fue el metro. Estar una hora y media metido ahí con calor, retraso, gente de mal humor. Me quitaba toda la energía. Llegaba a mi casa arrastrándome, aunque descubrí que podía leer por largos periodos, no lo sabía.

Un poco después de empezar clases empezaron las guarimbas del año pasado. Eso sí fue una experiencia loca. En clases me mandaban a cubrir las marchas, yo no tenía ni idea de cómo moverme en la ciudad, no sabía dónde quedaba nada.

Sus inicios en VidaUCAB

Juan comienza su experiencia en Caracas lleno de confusión por un país que estaba hirviendo. Lo que no lo ayudaba a conocer nuevas personas. Sin embargo, en una de las pocas clases de ese semestre conoce a Óscar Moreno, un miembro de Cine Club. Compartían el amor por el cine de culto y la cultura geek. Es él quien lo invita a una reunión en DIDES, donde el plan era crear una actividad para afirmar la autonomía universitaria.

– ¿Qué pensaste de ese primer encuentro?

– No tenía idea de a qué iba. De repente escuché a un montón de gente hablando del país, de la autonomía universitaria, de un evento para cantar el himno y dar discursos. Yo no quería hacer nada… Pero unos días antes la policía se había llevado a estudiantes de UCAB Guayana. Algo de eso me llamaba y me ofrecí a dar el discurso que habíamos escrito entre todos. Claro que puse la torta, por los nervios dije Astronomía Universitaria, todo el mundo se rió.

Después de ese primer encuentro Juan no dejó de ir a la oficina. En los almuerzos se le veía compartiendo recetas de granos y otras exquisiteces con las secretarias. De vez en cuando todos nos preguntamos cómo había llegado hasta ahí.

Lo cierto es que poco a poco fue demostrando más que sus habilidades culinarias y comenzó a editar videos e imágenes para VidaUCAB y también para Cine Club. Parecía que no había nada que no pudiese hacer.


Sabrina D´Amore y su pasión por el periodismo


¿Cómo aprendió a hacer tantas cosas?

– Bueno, de pequeño mis papás me metían en todo. Esas cosas las fui guardando como habilidades. Cuando estaba más grande mi papá me recomendó aprender photoshop. No lo toque mucho al principio, pero tenía un amigo que iba aprendiendo cómo hacer algunas cosas y nos íbamos compartiendo imágenes. Así fui puliendo. Fue por eso que entré a Cine Club  y a VidaUCAB. Eso también me ayudó a ir dando ideas y aportando cosas para hacer crecer el espacio y conocer más gente.

– La mascota de VidaUCAB, ayudas en Cine Club, eres coordinador de Artistas UCAB y el presidente Geek Club. Son muchas cosas las que has hecho en el tiempo que has vivido en Caracas ¿Qué has aprendido de eso?

– Verga… Lo bueno y lo malo de las personas. Por un lado, ves que mucha gente no se compromete con las cosas, a la mayoría de la gente le gusta lucirse, que su nombre salga en todos lados y terminan por abandonar todo. Pero por otro lado ves que hay personas que hacen las cosas con pasión. Gente que quiere crear espacios para otros, para que otros sean felices. Hay mucho trabajo que se hace tras bastidores, por ejemplo, en las agrupaciones donde estoy. Se hace mucho trabajo que nadie ve, pero que es necesario para que las cosas salgan.

Cuando estás en una agrupación pasas por un proceso formativo que te complementa. Si no estás metido, eres un licenciado que no sabe hacer realmente nada práctico. Cuando haces un evento, así salga mal, aprendes mucho ¿Por qué la gente no fue? ¿Por qué no me dieron el espacio? Lo haces todo de nuevo para que no vuelva a pasar y aprendes.

Geek Club

Juan es el presidente de Geek Club. Una agrupación que promueve la cultura geek en la universidad. Sí, son los que han proyectado anime, organizaron el torneo de juegos de vídeo, y las bailoterapias en Just Dance por toda la UCAB.

– ¿Por qué la cultura geek? ¿Eres otaku?

– Tengo todo para ser otaku pero no me considero uno -se ríe-. Cuando estaba chico mi papá me mostró Evangelion. Fue mi primer contacto con el anime. Con el tiempo fui comprendiendo el por qué me gustaba tanto: te permite ver personajes mucho más complejos de los que de se te presentan en disney. Historias no tan trilladas y que derraman el cerebro.

El Club Geek nació para reunir a la gente que es como yo. Se crea un espacio donde puedes pasarla bien jugando, hablando de otro tipo de arte y de cultura. La mayoría de las cosas no las organizo yo. Los miembros del club vienen con ideas y yo solo trato de facilitarlas, que sepan donde tienen que pedir el permiso, cómo hacer flyer, cosas así.

Es difícil resumir a Juan en una sola nota. Tiene tantas facetas como en sitios ha vivido. Después de entrevistarlo me doy cuenta de por qué nos sorprende tanto. Y es que no solo pasó por todos los lugares e hizo todas las cosas que hizo, sino que tuvo la capacidad de entender qué le dejaba cada una de esas experiencias. Así, las mantiene presente en todas las cosas nuevas que hace.

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Alessandro Varuzza: ante la adversidad, la mejor cara

Alessandro Varuzza es programador, fotógrafo y diseñador. Con apenas 18 años, y en Venezuela, ha logrado encontrar la manera de mantenerse económicamente, hacer beca trabajo, estudiar una carrera universitaria y formar parte clave del equipo de VidaUCAB  como diseñador y creativo.

La travesía

– Entonces Alessandro, viviste parte de tu vida por Europa, ¿eso significa que estás bien acomodado económicamente?

– (Se ríe) ¡Para nada! Yo nací en Caracas y mi mamá tenía un cargo importante en una buena empresa. Mi papá era vendedor y su papá le dejó una casita en un pueblo en Italia. Mis papás decidieron aventurarse y nos mudamos, pero sin saber muy bien qué pasaría. Eso no funcionó demasiado. Aunque de niño no lo entendía muy bien, mi mamá no conseguía buenos empleos y mi papá era un pintor. No es que pasamos hambre, pero no era una vida de lujos.

– Entonces te dijeron que ibas de vuelta a Venezuela, ¿cómo fue eso para ti?

– Mi mamá había vuelto. En ese tiempo era otra Venezuela y con un sueldo le alcanzaba para vivir ella. Yo estaba en España porque mi papá había decidido quedarse fuera. Cuando me di cuenta que ya iba a Venezuela comencé a buscar por internet, escuchaba todo lo que se decía de Venezuela pero no sabía que era así. Busque en YouTube, creo que no fue muy buena idea, me aparecían puras cosas feas, como las películas de azote de barrios. ¡Estaba c*gado!

– ¿Cómo fue llegar a Venezuela entonces?

 Mier… Me sorprendió mucho, uno no tiene idea de las oportunidades que tiene hasta que las pierde. Yo en España estaba estudiando pero no le paraba mucho a eso: no estudiaba, no me interesaba, fue una de las razones por las que me mandaron para acá. Cuando llegué aquí me di cuenta de lo que significan las cosas. Preocuparme por cosas que nunca me había preocupado como el jabón, el agua, ¡la comida! Venezuela te cambia todo lo que piensas sobre todas las cosas.


Adriana Toro en la universidad que crece y hace crecer


El primer acercamiento a la programación

Alessandro estudió en el Colegio Los Arcos, en las tardes, en un programa llamado “Instituto Técnico de Adiestramiento para el Trabajo” (ITAT). Esto les da la oportunidad a adolescentes de familias con pocos recursos de desarrollar destrezas tecnológicas. Ahí tuvo su primer acercamiento con la programación, aunque dice que aprendió todo lo que sabe en un canal de YouTube: “Código Facilito” (WTF?).

Desde que llegó a Venezuela comienza a matar tigritos reparando computadoras, celulares, haciendo páginas web o cualquier otra cosa que le diera dinero para aportar a su casa. Mientras tanto, era reconocido por sus habilidades intelectuales y su talento para los idiomas. Tanto así que dio clases de inglés en Los Arcos. Además, en este colegio lo animaban a estudiar una carrera universitaria y seguir explotando su talento.

¿Y en la universidad?

– ¿Por qué te decidiste por la UCAB?

– Me influenciaron mucho en mi liceo. Me decían que aquí había becas y que podía intentarlo. Igual yo no confiaba mucho en eso. Es que en serio, estábamos pelando. Si me daban el 80% de la beca, igual no íbamos a poder pagar ese 20% que faltaba. Pero me insistieron tanto, que bueno, lo intenté. Cuando vine me encantó la universidad. Apenas crucé la pasarela: me pareció demasiado bello, todo estaba limpio, ordenado, era otra cosa. Nunca pensé que iba a quedar, pero aquí estoy.

– Eres beca en DIDES, donde queda la oficina de Vida UCAB y estudias Comunicación Social, ¿qué te ha parecido hasta ahora la experiencia?

– ¡Increíble! La universidad te permite una cosa que no sé si todo el mundo se da cuenta. Uno puede pasar todo el día en clases y a lo mejor aprendes mucho, pero cuando estás en la universidad se trata de la gente, lo que aprendes de la gente.

Desde aquí he podido estar con gente como Chris Roballo, presidente de CineClub, que me parece uno de los fotógrafos más pro que hay ahorita en la universidad. Poder aprender de él y de toda la gente que he tenido la oportunidad de cruzarme aquí en la oficina, en Vida UCAB, es lo mejor. Te das cuenta que estás aprendiendo de gente que llegará a hacer cosas grandes. Eso lo vale.

– Y de beca, ¿qué tal?

– Te voy a ser honesto: esta beca es buena porque me ayuda a desarrollar lo que sé. Me han mandado a hacer cosas aquí que no tenía ni idea de cómo hacer y he dicho que sí sin dudarlo. Al final sé que puedo aprenderlo y eso me hace mejorar. Eso es increíble.

He aprendido a hacer animaciones, diseños y otras cosas que a lo mejor si no me las pedían, no iba a aprender yo solo. Estoy claro de que soy privilegiado. Ser beca trabajo es un trabajo muy ingrato. Tengo muchos amigos becas que quieren suicidarse después de salir del trabajo… No porque sus trabajos sean difíciles o los traten mal, sino que no los toman en cuenta. Conozco demasiados fotógrafos e ilustradores que la están partiendo y en sus becas los tienen haciendo básicamente nada. A veces siento que a los becas no se les toma para nada en cuenta. Eso se llama aprovechar mal tus recursos.


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Pensando en el futuro

– A ver: sabes tres idiomas, programas, diseñas, animas, haces de todo… ¿En qué te estás concentrando ahora? ¿A dónde quieres llegar?

 Ahorita estoy trabajando en un proyecto fotográfico que se llama “Visiones”. A través de él busco reinterpretar la forma en que vemos la arquitectura de la ciudad. Resulta interesante cuando lo hago en la universidad. Hago este juego donde le pregunto a las personas si saben qué lugar sale en la foto y hay personas que se sorprenden con saber que las fotografías son de la UCAB. La manera en que se ven las cosas cambia demasiado la forma en que las interpretamos.

También hago sesiones fotográficas. El objetivo es conseguir una fotografía de la que la persona esté orgullosa, que así sea en los jardines de piso 3, te exprese algo que digas “v*erga esto me gusta”.

– Ya va, ¡pero tu no tienes cámara!

– (Se ríe) Ese es el reto: ser un fotógrafo sin cámara. La verdad es que tengo que agradecer a todos los vídeos de YouTube que explican cómo manejar una cámara profesional, a esos amigos y a Vida UCAB que me prestan los equipos para trabajar en lo que me gusta.

– ¿Y programar ?

 Ese es mi trabajo y lo disfruto mucho. Yo veo el mundo desde la programación. Eso me ha ayudado a organizarme, a entender, a sacar mejores notas. Tengo un sueño que es poder llevar la programación a niños sin recursos, no te imaginas la fuerza que te da eso. Saber que puedes lograr una página o un programa sin la necesidad de vivir en un lugar elegante. Solo necesitas una computadora (ni siquiera una muy buena) para ganar tus propio dinero y apoyar a tu familia. Hace la diferencia.

¿Un montón de cosas en la mente?

– Sí. Y ahora más que estaré solo en Caracas. Mi mamá va a intentar buscar un mejor porvenir para que yo pueda seguir estudiando y eso me da más ganas de aprovechar todas las oportunidades. Quiero que esté orgullosa.

Ese es Alessandro Varuzza, un chamo de primer semestre que ha vivido más que la mayoría de los que van en décimo, y que ante la adversidad solo sabe poner una buena cara.

ansiedad

4 ejercicios para ayudarte a manejar la ansiedad

En todas las universidades del mundo los estudiantes sabemos qué es la ansiedad (ni hablar si vives en Venezuela). Aún así es importante preguntarse, ¿qué es la ansiedad realmente?

Cuando sufres de ansiedad todo tu cuerpo se prepara para enfrentarse a una amenaza, este estado se enciende de forma involuntaria por cosas que pasan a nuestro alrededor o en nuestra cabeza. Durante mucho tiempo esta respuesta permitió que los humanos sobreviviéramos a depredadores, enemigos y cualquier cosa que necesitara de nosotros una “alerta permanente”. Sin embargo ya no nos persiguen tigres dientes de sable sino situaciones sociales y económicas que no desaparecen ni que te subas a un árbol.

Hasta que nos actualicen el software, tenemos que lidiar con la ansiedad que parece estar siendo una plaga en nuestra generación. Provocan taquicardia, presión en el pecho, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, “nudo” en el estómago y la lista sigue y sigue como la cola de caja.

¿Cómo ganarle?

En la vida universitaria la ansiedad es como el Coco. Nuestro monstruo personal que hace que estemos irritables, temerosos, agobiados y procrastinando constantemente. No hay una forma ideal de manejar la ansiedad, no importa qué tanto te vendan una fórmula, todos hemos intentando métodos que abandonamos porque no ofrecen resultados o porque nos frustramos demasiado rápido.

Lo primero que se tiene que tener en cuenta es que manejar este estado es un proceso que requiere mucha práctica y disciplina, no es fácil al principio y puede llegar a desesperar, pero así como hacer ejercicio, da sus frutos si eres constante.

Los siguientes métodos son una mezcla de ejercicios de mindfullness, meditación y consejos que me han dado gente que sabe más que yo a través del tiempo. Intenta realizarlos siempre que te des cuenta que tienes ansiedad, apártate un minuto de todo lo que estás haciendo (incluido el celular) y piensa que es un momento para bajarle la marcha a tu cuerpo que está preparado para salir corriendo.

1- Cuenta hasta 10

Ya está, la vieja confiable. Parece que es el ejercicio más repetido de la historia, pero ¿lo has intentado de verdad? El truco de esto es que debes contar hasta 10 concentrándote en respiraciones profundas sin aferrarte a ningún pensamiento. Seguro que te sucede algo así:  “1… 2… Creo que dejé a Mary en azul…”.

Aquí está lo divertido, cuando te pase algo así debes comenzar de nuevo al 1. Es un ejercicio que puede resultar difícil al principio, pero al concentrarte en tu respiración y al tratar de llegar a 10, vas a lograr que tu cuerpo baje un poco el ritmo.

2- Mira el centro

Este ejercicio lo has hecho intuitivamente mientras estás en clases. Dibuja algo en una hoja de papel, puede ser una X. Lo que debes hacer es ver el centro de la X durante un minuto completo sin apartar la mirada, ¿te distrajiste? Comienza de nuevo hasta que logres mantener la mirada durante un minuto completo. No te olvides de respirar profundamente.


Maneras de evadir el bloqueo de internet en Venezuela


3- Haz un challenge

Una de las cosas de la ansiedad es que parece reclutar toda tu energía y no provoca hacer nada. En algunas ocasiones me ha ayudado pararme de la cama y moverme hacer challenge de ejercicios: estiramientos, baile o cualquier otro que te haga poner la energía en el lugar correcto.

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4- Haz un tracker

Los trackers están de moda. Son formas de hacer seguimiento a hábitos, emociones y estados de una forma gráfica y agradable. Sirven para hacer consciente las cosas que hacemos en automático o damos por hecho.

¿Tienes idea de por qué o cómo exactamente te da ansiedad? Aquí te dejo dos propuestas de trackers para que registres lo que pasa con tu ansiedad y puedas reconocer qué cosas son tus disparadores: trackers

Si te atreves a realizar cualquiera de estos ejercicios recuerda que debes mantener siempre consciente tu respiración, que debe ser pausada y profunda. Recuerda: la idea es bajarle la sobre marcha a tu cuerpo. Si los hiciste, chequea tu estado y verifica si tu ritmo bajó, al principio no es fácil pero recuerda que requiere de mucha práctica poder dominar la ansiedad.

Por último recuerda que cuando tienes ansiedad todo tu cuerpo se prepara para enfrentarse al peligro. Si esto pasa frecuentemente tu cuerpo y tu mente se comienzan a desgastar. No dudes en buscar ayuda, toma mucha agua, reduce el café y busca ayuda con tu amig@ especial if you know what i mean.

Fútbol-UCAB

Fútbol femenino: compañerismo dentro y fuera del campo

El equipo de fútbol masculino no es el único que ha cosechado logros recientemente en la universidad. Las chicas también han trabajado arduamente para dar de qué hablar. Si bien hace un año había un conjunto llamado UCAB Spirit, ahí no jugaban exclusivamente estudiantes, como ocurre ahora. Fue hace poco más de un año cuando iniciaron los entrenamientos del equipo femenino de la universidad.

Un inicio difícil

El primer día de trabajo solo había cuatro jugadoras y con el paso de las semanas ese número variaba. A veces para mejor, a veces para peor. De hecho, hubo entrenamientos con una sola persona. Las esperanzas de tener un equipo competitivo eran bajas, pues lo mínimo que se necesita para jugar partidos (jugadoras), no lo tenían.

“El inicio fue bastante complicado, principalmente porque éramos muy pocas y el equipo no era tan conocido. Mucha gente sabía que existía el fútbol sala, pero no el campo”, dijo Oriana Perillo, delantera que estuvo desde el primer día en el conjunto.

Sin embargo, el esfuerzo y las ganas de esas primeras miembros del equipo fueron dando frutos. Un toldo en feria fue la solución casi milagrosa que sirvió para atraer a más chicas que querían jugar. Fue ahí donde el sueño comenzó a hacerse realidad… Pero luego de tener a las jugadoras, había que crear el equipo.

“El formar un grupo unido fue lo más difícil, porque tenemos diferentes personalidades. Además, no todas éramos expertas y fue importante encontrar un equilibrio para darle chance a las nuevas de mejorar día a día”, continuó Perillo, quien es la goleadora de la selección de fútbol femenino.


Rubén Reyes: pasión por el fútbol y por La Católica


Un aprendizaje veloz

Es difícil que un equipo de fútbol comience a dar frutos rápidamente. Por lo general definir un estilo de juego lleva meses de trabajo. Pero el empeño de cada jugadora y de los miembros del cuerpo técnico fue suficiente para romper con el pensamiento de que los primeros partidos terminarían con goleadas en contra.

“Fuimos trabajando con las muchachas poco a poco. Las diferencias técnicas entre ellas eran notables, pero las más talentosas siempre ayudaron a sus compañeras y así formamos un equipo bastante equilibrado”, comentó el entrenador Rubén Reyes Medina.

Semanas de trabajo y unos encuentros amistosos fueron suficientes para preparar a estas muchachas, muchas primerizas en el fútbol, para su primera participación oficial: la Liga Premier Universitaria. “Jugamos contra la Simón Bolívar y la Metropolitana. Aunque fueron nuestros primeros juegos oficiales, las muchachas salieron a comerse la cancha siempre y lograron hacer unos partidazos”, continuó Reyes.

Los resultados fueron casi perfectos. Llegaron a la final y por muy poco no pudieron ganar. “Solo perdimos un partido. Es una lástima que ese era el más importante. Nos faltó muy poco para quedarnos con el trofeo, pero el hecho de haber llegado hasta ahí ya es un éxito”. El marcador de ese partido fue 1-0 a favor de la Unimet.

Unidas dentro y fuera de la cancha

Pasaron de ser solo cuatro muchachas en una cancha enorme, a ser un grupo muy unido que no se separa jamás. Además de los entrenamientos, las jugadoras se encuentran todos los días en feria para comer juntas, van a las mismas fiestas y hasta cuadran para ver partidos de fútbol en grupo.

La integración ha sido tal que chicas que practicaban otros deportes se han unido al fútbol femenino. Uno de estos casos es el de Gleimar Di Emidio. “Me uní para experimentar un nuevo deporte y me quedé por la unión tan linda que sentí con cada una”.

La unión es la fuerza de este equipo. No importa si ganan o pierden un partido, siempre están ahí para darse ánimos. Ahora las jugadoras que estudian las mismas carreras meten los mismos horarios para ver clases juntas. “Lo que más me gusta del equipo es lo unidas que somos. Con ellas he aprendido demasiado. Cada una es única y tiene algo que aportar”, dijo Di Emidio, estudiante de Comunicación Social.

Actualmente en el equipo hay más de 20 chicas que entrenan cada lunes y miércoles con el objetivo de mejorar y ganar la siguiente final que disputen.